Los últimos años han sido muy complicados para la economía del país puesto que cada vez es mayor la dependencia que tenemos de las remesas familiares que envían los migrantes desde Estados Unidos sin que internamente seamos capaces de aumentar la producción, en forma significativa, para expandir nuestro crecimiento y proyectarlo a la gente más necesitada. La ausencia de políticas de Estado se manifiesta también en el campo económico y por ello hay un abatido sentimiento de incapacidad para avanzar y, peor aún, para hacer que avancen aquellos que histórica y generacionalmente han conformado el círculo vicioso de la pobreza.

Los países que gozaron de expansión económica tuvieron gobiernos con visión y determinación para el impulso de políticas orientadas a hacer crecer la producción y a ofrecer oportunidades a todos sus habitantes para que pudieran beneficiarse de ese crecimiento. En Guatemala, en cambio, tenemos un Estado que abandonó por completo sus obligaciones y se desentendió de sus fines esenciales porque todo el esfuerzo nacional se orienta a extender el imperio de la impunidad acabando con la lucha por la transparencia en el manejo de los recursos públicos, y se puede decir que buena parte del aparato productivo se ha involucrado también en esa aberrante política centrada en destruir y olvidándose de construir.

Por ello insistimos en que tiene que haber una intensa búsqueda de acuerdos mínimos porque estamos recorriendo una ruta peligrosa de la que será muy difícil salir si no atajamos ya esa maligna actitud. La división que se ha provocado en la sociedad guatemalteca alrededor del tema de la lucha contra la corrupción está teniendo efectos en la incapacidad que tenemos como sociedad para lograr esos acuerdos básicos que nos permitan reorganizarnos para incrementar la producción y ofrecerle oportunidades a los que se van quedando atrás por las deficiencias estructurales de nuestro modelo económico que tiene características de rapacidad.

No supimos aprovechar los tiempos de bonanza económica mundial y cuando empiezan a notarse algunos signos de recesión vamos a sufrir más de la cuenta por nuestra debilidad estructural. Ello sin agregar que el pleno empleo en Estados Unidos ha favorecido a los migrantes y a las remesas que, de variar esas condiciones, empezarán a mermar castigando en primer lugar al consumo interno de nuestro país que se mantiene y alimenta del producto del esfuerzo de nuestros compatriotas en el extranjero.

Pero con élites ocupadas nada más en asegurarse impunidad para continuar traficando influencias en busca de privilegios, será difícil ese gran acuerdo mínimo que necesitamos para reactivar la economía y reactivarnos como sociedad.

Redacción La Hora

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