Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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La periodista Marta Sandoval, de Plaza Pública, publicó recientemente un trabajo sobre el desarrollo humano de Guatemala y destaca que nuestro país está empatado con Tayikistán en el puesto 127 de los 189 países que son objeto del estudio que hace la ONU. Indica que el problema para Guatemala es que muestra retrocesos en el desarrollo humano, situación que únicamente se da en países que sufren alguna guerra, agregando que no hay esperanza de que en el corto plazo se pueda revertir esa tendencia al retroceso en los indicadores.

Entrevistó al coordinador del informe en Guatemala, Gustavo Arriola Quan, quien aportó datos interesantes, pero el que me llamó la atención de manera muy especial es el hecho de que Guatemala aparece entre los países que tienen desarrollo humano medio por la situación económica de quienes gozamos de privilegios en este país, puesto que si se individualizaran regiones, departamentos o municipios, muchos de ellos estarían entre los peor ubicados en el informe mundial.

Dice la periodista que el coordinador habló desde su oficina en la zona 14 donde tiene una vista especial hacia ese enorme desarrollo que ha tenido el sector, con la construcción permanente de enormes edificios de oficinas y, sobre todo, de apartamentos que se muestran como signo de un enorme y pujante crecimiento económico, porque se puede competir realmente con cualquier país del primer mundo si nos atenemos a lo que se puede ver desde cualquiera de esas edificaciones. Pero Arriola Quan puntualiza que el problema de Guatemala es la desigualdad porque si aparecemos en el puesto 127 de los indicadores mundiales de desarrollo humano es por el significado y el peso que tiene el nivel de desarrollo de un pequeño sector.

Y es que si en promedio tenemos una escolaridad de seis años, hay que imaginar cuál puede ser esa escolaridad en las áreas rurales tomando en cuenta la gente que va a las universidades. Lo mismo pasa con el resto de los indicadores, puesto que tenemos que entender que los mismos son resultado del promedio que se saca sobre lo que hay en el país, pero cuando la brecha de la desigualdad es tan grande, obviamente los sectores más empobrecidos tienen muchísimo menos desarrollo humano.

Se supo del informe y lo escuchamos como quien oye llover porque estamos acostumbrados a eso. No nos preocupa, por ejemplo, que vayamos en constante retroceso a pesar de las evidencias de que para cierto estrato hay un notable crecimiento y desarrollo. No nos preocupa, tampoco, saber que el supuesto estancamiento es en realidad un dramático retroceso para la mayoría de la gente si tomamos en cuenta esa dramática explicación sobre el impacto que en los indicadores tiene la población que goza de las comodidades del mundo moderno.

Pero esa gente abandonada, los que están abajo del promedio, son seres humanos que merecen mínimos de atención y que no la reciben porque vivimos en un país donde se gobierna y decide en beneficio de los que están arriba, de quienes tienen para comprar candidatos que les aseguren que seguirán siendo los eternos dueños del país.

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