Ana Cristina Morales

crismodenesi@gmail.com

Médica y cirujana licenciada por la Universidad de San Carlos de Guatemala, especializada en psiquiatría con arreglo al Programa USAC/IGSS. Con las especializaciones de atención en psicoterapia a mujeres maltratadas, así como en adicciones y Supervisora psicosocial. Autora de -Aprender a perdonar. “Una herramienta en psicoterapia”, publicación personal, y coautora del artículo: “Consecuencias biopsicosociales del abuso sexual”, del libro Síndrome de intestino irritable y otros trastornos relacionados, publicado por Editorial Panamericana. Del libro “El perdón y la salud” de editorial Plataforma. Columna de opinión “Conversando con la Psiquiatra” en el periódico guatemalteco “La Hora”, Trabaja en oficina privada como psicoterapeuta y psiquiatra.

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Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

En la actualidad existe un éxodo de personas y aún de familias de origen hondureño y se sumaron salvadoreñas con el fin de llegar a Estados Unidos. La violencia y la pobreza que enfrentan en su cotidianidad son motivos importantes para haber pensado y tratado de realizar este.

Este fenómeno puede manifestarse como una manera de ser visibles, poder protestar por lo que consideran inadecuado e injusto para su existencia e inquirir una mejor condición de vida. El camino elegido contiene peligros y es de considerar que ante la desesperación lo imposible les parezca posible. Ya que también se saben no bienvenidos al país de su destino.

Dejan sus nombres, sus casas, familias, recuerdos, pertenencias, su sentido de pertenencia e identidad para entrar en un caos, tal vez mayor, con la anomia. Opino que las personas nos sentimos mejor realizando cualquier acción por descabellada que se observe, a quedarnos de brazos cruzados esperando que la vida transcurra en escenarios no gratos e inamovibles.

En sus países cada quien tenía un lugar respectivo, eran conocidos por su nombre y posiblemente gozaban de respeto dentro de sus diferentes comunidades. Y ahora con el éxodo son seres sin nombre, con un destino incierto que la desesperación impulsó a tomar incluso afrontando esfuerzos y sacrificios inmensurables. Es posible que en esta decisión hayan encontrado un sentido de vida al creer poder ser vistos y escuchados en sus problemáticas y necesidades. O podríamos reflexionar que este éxodo puede ser visto como un suicidio masivo en donde la desesperanza pudo más.

Al ver la energía emitida por las personas me inclino a pensar más en la primera posibilidad como una alternativa que explique esta drástica determinación. En donde las personas manifiestan la necesidad de una vida en donde se respeten sus derechos como humanos y reclaman la ayuda de quienes tienen el poder de auxiliarlos.

Pasar hambre, no tener los medios necesarios para el acceso a la salud y a la educación es difícil para cada persona. Pero observar estas carencias para sus seres queridos creo que es más doloroso.

El problema no debería consistir en pasar o no pasar fronteras, sino en el encuentro de alternativas que coadyuven a la construcción de sociedades que puedan brindar oportunidades para mejorar las condiciones de vida de las personas que las integran.

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