Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es

“El que, pudiendo, no evita el delito, lo consiente”
Seneca

…Continuando el relato, he de comentar que la Policía no llegaba a comprender cómo el joven hubiera podido salir del hospital con tres heridas de bala, especialmente una que era la más delicada; con mi hermana les preguntamos dónde podíamos localizar a alguien que nos diera información sobre el muerto y el herido, nos respondieron que la información que ellos tenían no siempre era confiable, ya que los delincuentes, aún menores, saben muy bien cómo disfrazar sus datos, que posiblemente en el Inacif de la morgue.

Nos acercamos a la morgue, y pedimos el registro del día de la muerte de mi hermano, naturalmente acá no fue como con la Policía, hubo muchas reservas en relación a la información de los demás muertos y heridos de ese día, pero no cabe duda que cuando se tiene un objetivo la imaginación es corta, nos tocó utilizar parte de nuestra astucia y un poco de amabilidad, para, en medio de la plática, mientras una de las dos (yo) indagaba sobre el trabajo que no es fácil en ese lugar, mi hermana sin celulares, ni los medios tecnológicos con los que contamos; como pudo copió el nombre de la persona que retiró el cadáver del fallecido, fue su madre, y consignó una dirección de la colonia Sakerti, ya con los datos le dije a mi hermana debíamos buscar un profesional, porque somos neófitas para el camino que teníamos que recorrer.

Hablé con una amiga, y me recomendó un detective privado, me citó en un lugar extraño, fui, le expliqué parte de lo que sabíamos, como es de esperarse, no se le puede decir a nadie todo, cuando se encuentra en una situación como la que estábamos viviendo, porque en el MP, nos dijeron que no tenían información, estaban en la fase de investigación, y que no nos podían decir nada, así que lo que sí hicieron, fue darnos la fecha para entregarnos las pertenencias de mi hermano.

Una semana después nos reunimos mi amiga y el inspector, la respuesta fue desoladora, la madre y los dos jóvenes sí habían vivido muchos años en la dirección que le proporcionamos, incluso ahí velaron al mayor, pero a los días de su muerte, la madre desapareció; un día llegó un picop, y se llevó sus pocas cosas, al pequeño no lo volvieron a ver, y como suele suceder, entre ciertos suburbios guatemaltecos, los vecinos para sobrevivir, no escuchan, no ven, y no dicen nada, ya que eso de ayudar al prójimo, puede significar, incluso, la muerte.

Fuimos a los registros para tratar de localizar a la madre de los responsables de la muerte de mi hermano, pero la dirección consignada, en los únicos registros en donde existe información de los anónimos, era la misma que ya teníamos nosotros, por lo que hasta ahí llegó nuestro esfuerzo por saber quiénes y por qué mataron a nuestro hermano.

En el MP, a mi cuñada y a mí nos entregaron una bolsa con las pertenencias de mi hermano, en eso se convirtió la persona a la que tanto amamos.

Dos cosas me marcaron de ese momento: a) Mi cuñada, en su dolor, no entendía por qué ya no era de Monterroso, y b) Que entre las pocas pertenencias que nos entregaron, estaba el mapa que mi sobrina le pidió a su papá.

El caso sigue en averiguación, al igual que el otro, cambiaron varias veces de fiscales, y todo sigue igual.

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