Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Aquí no hay duda. La batalla es una y es en torno al sistema más allá de la coyuntura actual porque no habrán investigaciones suficientes, ni cárceles que soporten, ni tribunales que aguanten el ritmo para dejar fuera de circulación a tanto mafioso que tiene este país y eso lo saben quienes han hecho su agosto con este colapsado sistema. Por eso se la están jugando al todo por el todo.

Y digo que las victorias que obtengamos no serán plenas hasta que logremos hacer los ajustes al sistema y tengamos reformas integrales que nos permitan enfrentar los vicios que en este país generan pobreza, marginación, migración, corrupción e impunidad.

Nunca nuestra voz en las urnas será soberana mientras en Guatemala el financiamiento electoral sea la mejor arma para cooptar a quienes aspiren a los puestos públicos y por eso es que hay quienes operan a marchas forzadas para cambiar la tipificación que tienen a muchos en vilo y operando para volver al pasado. Si logran la reforma que busca impunidad, las elecciones de 2019 serán un chiste porque ganarán los de siempre con las mañas de antaño.

No podremos cerrar las brechas que existen en este país si los recursos se siguen quedando en los bolsillos de los contratistas o atrapados en la burocracia que no atina a ejecutar porque no sabe cómo estructurar el negocio. Sin un nuevo, eficiente y transparente sistema de compras seguiremos sin invertir en la gente y prolongando nuestro rezago.

Guatemala no será la que soñamos si el término de certeza jurídica lo repetimos (y así se lo enseñamos a nuestros hijos) a pura conveniencia y utilizamos un doble rasero para pedir que la ley sea aplicada solo cuando creemos que nos conviene o que deje de ser aplicada si eso le da paz a los miembros de nuestros círculos.

Mientras tengamos un Congreso que opera con total desfachatez y cuyas caras visibles sean los que eran los llamados a ser los “jóvenes” del futuro, capaces de robarles hasta a sus familiares y padrinos políticos, solo podemos esperar que sus esfuerzos se centren en satisfacer intereses personales e instalar una dictadura de corrupción que les permita hartarse con el dinero de la gente. No les da asco nada.

Si en el país no emprendemos la ruta para depurar y mejorar el servicio civil del país, jamás podremos atender a los ciudadanos con una cultura de servicio; el aparato estatal siempre estará al servicio de quienes usan o ven al Estado como un botín y la cosa pública quedará en manos muy mediocres y este Gobierno tiene varios exponentes de primer nivel en ese sentido.

Sin una reforma a la justicia, como se trató en 2016, nunca podremos cumplir el precepto de tener una justicia pronta y cumplida. Se podrá quejar lo que quieran de la justicia, de la prisión preventiva y de los tiempos, pero mientras nuestro sistema permita a un mafioso presentar el mismo recurso 14 veces para evitar el avance de su caso, no hay nada más qué hablar.

Los mafiosos saben lo que está en juego y por eso maniobran con todo para el efecto; hay quienes están invirtiendo (no gastando) mucho dinero para usar a sus títeres como mejor les convenga y hasta han pensado que si algo se les complica, se tiran al extremo de mandar por un chorizo las elecciones aunque ahora se sienten muy cómodos con lo que condicionarán al nuevo contralor y el limitado papel del Tribunal Supremo Electoral que se centrará solo en los medios tradicionales.

Es tanto, lo que está en juego, que están locos por descabezar a la Corte de Constitucionalidad (CC) y callar las voces que les sean incómodas.

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