Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Los días van pasando y no se ve clara la estrategia del gobierno para atender a las víctimas del volcán, no se trata solo de proveer los albergues; que de eso ya se preocupó la ciudadanía, sino de el reasentamiento de la población y la evaluación sería del sistema para saber dónde falló y corregir. Fenómenos naturales parecidos habrá, es un hecho. La duda es si nuevamente dejaremos a las personas a su suerte y simplemente declararemos nuevos santuarios. Por otro lado, tampoco se ve que se saquen lecciones de lo sucedido, más bien se buscan culpables o bien la actitud es obcecada y soberbia, características deleznables del actual gobierno.

Yendo al origen del problema, creo que debemos apuntar a quiénes han construido la República desde sus inicios, revisar cada ladrillo que han puesto en lo jurídico y cómo han diseñado las instituciones de gobierno. Más allá del volcán, diariamente hay tragedias que tienen la misma causa: el olvido.

La cuestión no es ideológica, no se trata de que la izquierda quiera acceder al poder a través de los “sismos” que van generando las coyunturas en el país, no, la cuestión es si nos funciona lo que tenemos para vivir en paz, trabajar en paz, y buscar la felicidad propia y de quienes nos rodean. Yo creo que no. Y la respuesta no está en lo divino, no es Dios el que se ensaña o el que dará soluciones; tampoco los pastores o curas. Debe ser el Estado a través del poder que la ciudadanía le confiere y las necesidades que sus representantes deben resolver legislando, administrando la cosa pública y haciendo que las leyes se cumplan.

Especial mención requieren quienes han estado en el poder durante décadas y se ufanan de ello, pues ustedes son hartamente responsables de que el país no ande. Por complicidad, omisión o simple y llana incapacidad. Se acerca un proceso electoral con cambios en la Ley Electoral y de Partidos Políticos, pero no son suficientes para cambiar cómo se configuran los partidos, quiénes son sus dueños y mucho menos, su programa o propuestas.

Somos un país desequilibrado donde la separación de poderes es un chiste, tenemos al frente del poder local a capos impresentables, se eligen gobernadores y gobernadoras que paran siendo títeres del partido oficial, y de desarrollo y progreso saben lo mismo que de física cuántica. Toda vez las elecciones no sean concurrentes y no podamos evaluar desde la ciudanía el desempeño del funcionariado a mitad de periodo, los partidos harán lo que quieran en el Congreso y el Ejecutivo, no digamos los jefes y jefas ediles. La ciudadanía debe contar con la opción de sacar a un político electo si no está haciendo bien su trabajo. Qué han hecho para mejorar nuestra calidad de vida quienes están hoy en el Congreso y el Ejecutivo, qué han hecho los alcaldes y alcaldesas por nosotros en cada municipio, qué. Quiénes de los que hoy gobiernan han visto hacia el futuro y legislan, administran y planifican para arrancar las causas de la pobreza, violencia e inequidad.

Es hora de cambiar las reglas del juego político y a la clase política. Ya basta de gente impresentable que incuba tragedias haciendo nacer volcanes cotidianamente donde no los hay. Los que mandan deben obedecer, de lo contrario no nos representan.

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