Edgar Villanueva
edgarvcoluma@gmail.com

A varios días de la erupción del Volcán de Fuego y con el trágico saldo de más de un centenar de guatemaltecos muertos, y varios cientos más desaparecidos, las lecciones que la tragedia nos deja deberían de ser prioridad nacional. La pérdida de vidas humanas que se pudieron haber evitado debe de ser un elemento que nos haga poner el doble de atención del que le ponemos a las lecciones cotidianas.

Por un lado, está el aspecto de prevención de desastres. Algunos señalan que Conred debió haber evacuado a las personas del volcán antes de la erupción, sin embargo, no tengo elementos objetivos para confirmar que así haya sido. La lección aprendida, en mi opinión, es que debemos de invertir en fortalecer el sistema de prevención de desastres. Además de ser la primera línea para salvar vidas, también es la primera línea para ahorrar fondos del Estado que se tienen que invertir post desastres. Está comprobado que es más barato prevenir que tener que desembolsar grandes cantidades de recursos para paliar las consecuencias de un desastre natural, esto, sin contabilizar la pérdida de vidas humanas.

También considero que hay una enorme lección aprendida que nos debe de enfocar en modificar aquellas leyes y reglamentos que sean necesarios para agilizar la canalización, administración y distribución de ayuda humanitaria cuando suceden desastres naturales. ¿Qué tan cierto será que el Gobierno no está aceptando ayuda? No lo sé. Lo que sí sé es que los mecanismos para aceptar ayudar y traerla de manera legal y a través del Estado son lentos y poco entendibles. Además de incertidumbre sobre los mecanismos legales, hace falta también, sentido común, como es el caso de los camiones provenientes de El Salvador que no pudieron entrar a Guatemala a entregar víveres.

Finalmente, creo que hay una lección de largo plazo, que tiene que ser prioritaria para nuestras autoridades. La planeación y el ordenamiento urbano y rural. Debemos de evitar que se construyan comunidades enteras en las faldas de volcanes activos, de la misma manera que no podemos seguir teniendo comunidades enteras en los barrancos de la ciudad capital. Es importante, no solo concientizar a la gente y estar preparados para un desastre, sino también tener leyes de planeación que nos ayuden a todos, sin importar el nivel socioeconómico, a vivir en lugares seguros. Así podremos estar más protegidos, pero también mejor conectados con transporte y servicios públicos de mejor calidad, con más fácil acceso a recursos que facilita el Estado como escuelas y hospitales.

Ojalá no tengamos que llorar a más compatriotas por culpa de desastres naturales. La fuerza de la naturaleza no la podemos detener, pero si podemos aprender hoy al menos tres lecciones que la tragedia nos deja. Debemos fortalecer nuestro sistema de prevención de desastres y las instituciones a su cargo. Asimismo, debemos de agilizar los mecanismos que estas utilizan y la forma en que ubicamos y planeamos las aldeas, caseríos y ciudades del futuro.

Artículo anterior“La tragedia del Volcán de Fuego”
Artículo siguienteEl sello de Jimmy Morales y el FCN-Nación es la deshonestidad