Raymond J. Wennier

Hace unos días esperando mi turno en una oficina, pensé en una serie de cosas que deberían suceder en el campo educativo de Guatemala.

El 14 de mayo, el grupo pequeño (5%) de maestros en la huelga magisterial, acordaron regresar a sus aulas. Ellos vieron que ya no tienen fuerza en sus movimientos huelguistas. Perdieron el apoyo popular. Los padres de familia ya no aceptan que esos maestros se ausenten de sus escuelas en detrimento de sus hijos y en algunos lugares rehusaron dejarlos entrar cuando “decidieron” regresar. La iniciativa privada reconoce que tal tipo de huelga los afecta a ellos en múltiples maneras y por lo tanto decidieron accionar legalmente. Falta ver cómo el Mineduc los hará cumplir con el tiempo dedicado a holgar.

Felicitaciones a los maestros que no apoyaron la huelga y cumplieron con su misión.

Pensé, que tal si invertimos el orden de las cosas. Primero, una mejoría en el rendimiento escolar, comprobado en múltiples formas no solamente por un examen estandarizado que únicamente da números que no significan mucho en el conjunto de factores en el proceso de formación de los alumnos. Luego, sí podemos hablar seriamente de unos beneficios de diferente índole.

Siempre hay y habrá dificultades en la educación debido a que los humanos somos susceptibles a los cambios o resistentes a ellos.

El proceso dinámico de la educación, que está en constante desarrollo, debería tomar en cuenta las nuevas necesidades de los alumnos y a la vez las de los maestros quienes se sienten abrumados por tantas “teorías”, estrategias, propósitos, técnicas y actividades educativas, que hace necesario el apoyo constante para ambas partes. ¿Lo tienen?

Todo establecimiento educativo debería tener un Director Profesional. El Director no es meramente administrativo, sino DEBE SER UN EDUCADOR que descifra lo nuevo para mejorar las acciones en el aula. La cercanía personal y la buena comunicación con los maestros y alumnos, explicando y modelando lo que puede ser diferente para uno de ellos y refuerzo para otros. Es por eso que el Director tiene que estar al día con las tendencias educativas. Realmente estoy hablando de un acompañamiento constante “en casa”, que apoye a los docentes en construir sobre sus habilidades más fuertes con actitudes positivas de crecimiento, con mira al aprendizaje, ayudando a los alumnos a alcanzar el éxito.

Para ayudar a los alumnos a sentir la posibilidad de éxito, la evaluación, no medición, tiene que ser multiforma y multisensorial. Igualmente, una evaluación de los maestros tiene que tomar en cuenta los dos factores mencionados dentro de un contexto real.

Hay que ser más creativos en el “cómo” se evalúa a los alumnos y a los maestros.

La planificación de clase del maestro tiene que ofrecer flexibilidad para tomar en cuenta las inquietudes e intereses concretos de los alumnos para mantenerlos involucrados e interesados con “voz y voto” en su propio aprendizaje.

Una de las características más importantes es la actitud para el aprendizaje durante toda la vida. Los maestros tienen que demostrar a los alumnos cómo hacerlo por medio de lecturas, discusiones, ECS, uso de la tecnología e inclusive cómo probar hacer algo aunque no salga bien la primera vez; seguir probando hasta obtener un resultado satisfactorio.

Así, terminando mis apuntes, me llamaron para ser atendido.

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