Jorge Santos

A veces, y no siempre para nuestro bienestar, la historia suele repetirse. Un 10 de mayo, pero del año 1933 en Berlín, Alemania, el Régimen Nazi quemó alrededor de 20 mil libros de autores que figuraban en su lista negra, particularmente de aquellos de origen judío o de ideología comunista. Esta atroz acción de ignorancia inspirada por el odio marcó la escalada de violencia que dio paso a lo que hoy conocemos como el Holocausto contra el Pueblo Judío, Pueblo Roma, persona con discapacidad y comunistas.

13 años después Martín Niemöller declamó en su sermón: “cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío, cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”. A través de su poema explicó lo que ocurre en las sociedades que no interpretan acertadamente los signos de los tiempos que viven. Dan paso a los riesgos de la perversidad en las acciones políticas autoritarias e injustas.

Esta mirada a la historia, refleja lo que ocurre hoy en Guatemala. Jimmy Morales, con el apoyo de ciertos sectores económicos y del crimen organizado, ha procurado convertir la institucionalidad política del país en un circo primero y ahora en el preludio de una dictadura desesperada por garantizarse la impunidad. Sus recientes decisiones sobre política exterior, así como las propuestas regresivas del Organismo Legislativo, se caracterizan por rasgos autoritarios y represivos, constituyen un importante riesgo para los Pueblos de Guatemala y nuestra aspiración por la democracia. Si bien se vienen dando muestras de estos rasgos antes de la toma de posesión, no es sino de agosto a la fecha, cuando se consolida su carácter fascista, alimentado por su miedo a las acciones de la Justicia que buscan cumplir el debido proceso por acciones de corrupción en que se le implica a él y a todo su entorno familiar, social y político.

Declaró Non Grato al Comisionado de la CICIG, junto a su bancada impulsa una agenda legislativa pro corrupción e impunidad, genera estigmatización contra la oposición política, descalifica a las y los funcionarios del Sistema de Justicia honestos y transparentes, criminaliza a defensoras y defensores de derechos humanos. Quizás ni se da cuenta que con su discurso legitima el asesinato de líderes del movimiento social y popular. En ese marco su solicitud de “nombrar nuevos embajadores” a Venezuela y Suecia, persigue el aislamiento internacional y muestra de forma más evidente la instalación de su burda dictadura.

Retome la plaza, construya democracia desde el seno de su espacio de trabajo y de participación social, viva la solidaridad con quienes sufren la agresión directa y la criminalización, no crea ni repita el discurso del odio. Asuma su quehacer ciudadano. Si no consolidamos nuestros esfuerzos cotidianos y derrotamos esta incipiente dictadura, faltarán pocos años y con una cauda horrorosa de violencia, opresión y estupidez, que recordaremos la poesía de Niemöller lamentando la falta de acción.

Artículo anteriorFCCC rechaza decisión por Kompass; señala conflicto de interés de Morales
Artículo siguienteMéxico a 50 días