Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

En Guatemala ha sido la oligarquía quien pone y quita presidentes. Con el poder económico se ha comprado la política. Los poderes económico y político manejan al Estado. El Estado está al servicio de los poderosos porque es suyo. Los empresarios invierten en los partidos políticos porque de esta manera aseguran su democracia. Esta democracia no es nuestra y mientras la siga financiando la oligarquía no lo será.

Los empresarios que hoy piden disculpas son los responsables de esta tragedia que tenemos por país. Con orgullo y vehemencia se convirtieron en los enemigos principales de los pueblos. Despojos, violencias, genocidios, empobrecimiento, destrucción y demás desgracias, es lo que hemos recibido de ellos desde la invasión de sus ancestros a nuestros territorios hasta la actualidad.

Un error lo comete cualquiera. La oligarquía no se trata de cualquiera, así como la corrupción no se trata de un error. Este sistema político, económico y social que vivimos no es el resultado de equivocaciones sino de decisiones que personas han tomado conscientemente. La historia se trata también de personas y por eso nos hacen pensar que únicamente son “hechos”. Los hechos son acciones que responden a ideologías. Por esto enseñan que se puede (y se debe) ser neutral. Definirse neutral es no ser neutral y neutral no debería ser sinónimo de justo(a).

No existen las casualidades y tampoco las buenas intenciones en esta política. Los empresarios “mea culpistas” no se presentaron como CACIF en su conferencia de prensa expiatoria sino con sus apellidos. Palmadita en la espalda le da Felipe Bosh a Salvador Paiz al terminar el llamado a la “reconciliación” nacional. Ninguno de estos ricos está preso.

Es la oligarquía la que maneja el país. Son estos empresarios los que han acosado a los pueblos, han matado y encarcelado a nuestra gente por defender sus territorios. Son quienes nos mantienen esclavizados (en las maquilas, en los ingenios de azúcar y de palma aceitera, en los call center…) y quienes se benefician de nuestra fuerza de trabajo física e intelectual. Sus industrias están destruyendo la naturaleza y la vida de los pueblos para despojarles.

La corrupción no es el único delito de esta oligarquía que tiene apellidos de Paiz, Novella, Castillo, Torrebiarte, Bosh, Gutiérrez, Botrán… El racismo y la desigualdad que permanecen son justificados de múltiples maneras con tal de evadir responsabilidades y así mantener el control. No falta el pobre que defiende al rico porque admira su capacidad de acumular riqueza. No faltará quien termine creyendo las disculpas de los empresarios porque en verdad se traga el cuento. Un cuento que necesitamos escupir o vomitar de inmediato porque únicamente quiere cambiar para que no cambie nada.

Ningún frente, coalición, alianza o partido político que tenga que ver con la oligarquía significará una posibilidad real de cambio para el bienestar de los más empobrecidos. No hay arrepentimiento en quien sostiene su riqueza a través de la explotación, injusticia e ignorancia provocadas.

No podemos perdonar ni olvidar porque nuestro presente y futuro están en juego.

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