Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

En abril de 2015 empezó este proceso de transformación del país. Inició bien, sabiendo que los retos eran tan grandes como el tamaño de nuestros sueños, pero en junio de 2016 con el caso de Cooptación se dio un paso fundamental que algunos resintieron y eso empezó a generar un ambiente terrible que comprometió el futuro.

Pero hoy, tres años después, estamos un poco más cerca de lograr esa reforma integral del Estado que nos permita reencauzar el país y sus instituciones, pero como dije antes, tan sólo estamos cerca pues no hemos llegado al punto exacto que necesitamos.

Es indispensable que liberemos nuestro sistema de las lazos de la dictadura de la corrupción y especialmente que aislemos a los operadores de un pacto que busca llevar el país al abismo con tal que sus integrantes (entre los que por decisión propia se incluye Jimmy Morales) no enfrenten la justicia; y están dispuestos a cualquier locura porque corre prisa.

El próximo mes calendario será definitivo en nuestra historia, nos marcará para los próximos años y por eso tenemos que aprender a trabajar superando retos, miedos y grandes desconfianzas; para ello necesitamos una agenda mínima y como primer punto está la elección de Fiscal General, que no expulsen a Iván Velásquez, que Thelma Aldana termine su período y la necesidad de no generar impunidad en el delito de financiamiento electoral anónimo.

Claro que hay temas de la agenda social, económica, de justicia, funcionamiento del Estado y muchos otros que son necesarios atender, pero si no ganamos la batalla de la fiscalía todo estará por demás porque los operadores del pacto tendrán las puertas abiertas para retrotraer todo y hasta encarcelar a los enemigos de la dictadura de la corrupción.

Es momento de que todos, personas y sectores, demos muestras inequívocas que nos permitan determinar posturas, pero sobre todo, recobrar confianza en una sociedad que desconfía por todo lo pasado. Nunca antes, alcanzar mínimos ha sido tan importante para marcar nuestro futuro. Existe una imperante necesidad de aislar a los extremistas de ambos lados para darnos el chance de tener la Guatemala deseada.

Pero como la venta de lotería que se hace “cachito a chachito”, nosotros debemos ir “pasito a pasito”, pero de manera constante y consistente porque el tiempo apremia. El reto más grande que tenemos es el de aprender a confiar en tan poco tiempo y por eso NO PUEDE HABER dobleces de ninguna naturaleza.

Estamos tan cerca, pero a la vez tan lejos. No es secreto que quien dirige el pacto plantea que se asocien con él, que sigan su libreto de negar y cooptar más la justicia desde el Congreso, que desde el Legislativo se pueden disparar otro Día de la Infamia (13 de septiembre), que buscarán la forma de sacar a Velásquez y cambiar a algunos o todos los magistrados de la Corte de Constitucionalidad. Claramente, eso es llevarnos al abismo.

Si somos capaces de lograr acuerdos, el país va a cambiar, podremos empezar a trazar la ruta para cerrar las brechas, ampliar el espectro de oportunidades, a cambiar el hecho de que la gente es nuestro principal producto de exportación, podremos liberar al sistema de la cooptación extrema (siempre quedarán algunos vivos, pero que la justicia se encargue de ellos) y nuestra niñez (en especial del área rural) tiene que empezar a ser la generación que cambie ese mundo.

De nosotros depende, ojalá atinemos ante este momento único en la historia.

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