Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Surgidas como uno de los grandes avances de la era tecnológica, las redes sociales ofrecieron comunicación ágil, sin limitaciones y literalmente al alcance de la mano a personas de todo el mundo que encontraron en ellas una ventana insospechada para el intercambio de ideas, opiniones, noticias y mensajes de cualquier tipo. Como pasa con todo lo bueno, en poco tiempo se fueron encontrando maneras en las que esa maravilla de la comunicación pudiera convertirse en instrumento de propaganda para generar un efecto totalmente contrario al que inicialmente se pensó, pues de ser una herramienta de comunicación pasó a convertirse en arma ideal para la desinformación y la mentira, no digamos para el insulto facilitado por la facilidad de mantener anónimo al autor del mensaje.

Luego de conocerse la forma en que Facebook vendió información de sus usuarios a una empresa que operó diligente y profesionalmente la campaña promovida por Rusia a favor de Trump, no puede quedar duda de la forma maliciosa en que se manipuló al electorado de Estados Unidos en una elección en la que el ¨ganador¨ perdió el voto electoral, pero logró la Presidencia gracias a la forma en que se dieron ciertos resultados en distritos electorales clave. Sin la influencia rusa es indudable que Trump no hubiera ganado la presidencia dadas las características de su triunfo y lo que puede discutirse es si hubo o no acuerdo entre la campaña republicana y el Kremlin, pero no en lo que esa interferencia significó.

Tras de haberse destapado la manera en que se tuvo acceso a los perfiles de 50 millones de electores para influir en ellos, ahora se destapó que también en Inglaterra se procedió de la misma manera para facilitar el voto favorable del Brexit, puesto que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea debilitó la posición de Europa frente al poder de Rusia y ello explica mucho de cómo es que se produjo lo que terminó siendo un sorpresivo resultado que no se esperaba ni reportaban las encuestas, de la misma manera en que las encuestas no reportaban un posible triunfo de Trump.

Es cierto que, aunque los derechistas aliados de los rusos en Estados Unidos digan que aquí la CICIG es una agencia del Kremlin, nuestro país puede no ser tan importante para Putin y sus huestes y eso debiera tranquilizar los ánimos, pero también es cierto que si en países como Estados Unidos y Gran Bretaña la manipulación de las redes sociales fue posible con más sofisticados medios de control, con un TSE que vive en gallo no podemos confiar en que los manipuladores de información a través de netcenters no vayan a meter sus manos para convertirse en los sustitutos de aquellos financieros que ya han ido quedando al descubierto.

Carecemos de tecnología para contrarrestar campañas de desinformación como la que, planificada en el Zavala, provocó la polarización en Guatemala por el tema de la corrupción. Se pone mucha atención al papel de los medios en las campañas electorales, pero hay que decir que aquí también las redes sociales serán herramienta de manipulación y desinformación.

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