Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

La fulminante destitución del Jefe del Estado Mayor del Ejército, General Erick Servando Cano Zamora, evidencia la existencia de una línea institucional dentro del Ejército de Guatemala frente a los desmanes evidenciados por la manera en que se manejó el tema de la orden de captura contra el también General Erick Melgar Padilla. Oficialmente se ha informado que el anterior Jefe del Estado Mayor pasó a situación de retiro tras cumplir treinta años de servicio, pero lo súbito de una decisión de ese tipo, sobre todo cuando era vox populi que Cano era el hombre de confianza del Presidente Jimmy Morales y potencialmente su futuro Ministro de la Defensa, hace pensar que algunos mandos militares no se sintieron cómodos con el predicado en que fueron puestas las fuerzas armadas durante el culebrón que se montó para proteger al comandante de la Guardia de Honor de una orden de captura derivada de investigaciones realizadas por el Ministerio Público y por lo que ya hay varios detenidos.

No fueron pocas las voces que criticaron el comportamiento del Alto Mando del Ejército al conocerse la orden de captura. Empezando por la “incapacidad” para siquiera comunicarse con el comandante de una base militar de la enorme importancia que desde el punto de vista estratégico y político tiene la Guardia de Honor, y siempre se insistió en que el Jefe del Estado Mayor del Ejército era, por su afinidad y cercanía con el Presidente Morales, quien estaba marcando el paso a lo largo de todo ese incidente. Nadie dudaba del poder político que tenía el General Cano Zamora en el entorno presidencial y, como dije, se le veía como el futuro titular del Ministerio de la Defensa Nacional.

Desde el punto de vista del afianzamiento de la Dictadura de la Corrupción no se puede negar la enorme importancia que tiene el papel que jueguen las fuerzas armadas que siempre han sido un factor determinante en el país, aún con el desgaste que ha sufrido luego de escándalos como el de Melgar Padilla. Y por ello es que resulta tan importante como sorpresiva la decisión que se comunicó hoy de manera fulminante porque evidencia la existencia de alguna línea que pretende preservar la institucionalidad sobre los intereses y pactos que puedan hacerse para asegurar larga vida al modelo perverso de la corrupción y eso no es poca cosa en el actual estado de cosas, cuando empiezan a perfilarse movimientos ciudadanos dispuestos a dar un paso al frente para rechazar a los grupos que se mueven afanosamente para impedir los avances en la lucha contra la impunidad en el país.

El paso a situación de retiro de un jefe militar en el nivel de mando que tenía el General Cano Zamora no es algo que ocurra a la trompatalega ni porque de pronto alguien haya revisado su ficha “percatándose” de que ya llegó a los treinta años de servicio. Hasta hoy temprano el Jefe de Estado Mayor era pieza clave en el equipo del Alto Mando que dirige el Presidente Morales, situación que cambió cuando se le pasó súbitamente a la “honrosa situación de retiro”.

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