Alfonso Mata

¿Por qué los jóvenes están cada vez menos interesados en la política? Esta falta de interés por parte de los jóvenes ¿Se refiere solo a la participación en la política representativa (partidos, gobierno) o también afecta el ámbito de la participación no convencional (por ejemplo, comités, trabajo voluntario)? Vamos por partes.

Los jóvenes no son tontos, su eliminación progresiva de la política, su distancia, es principalmente el resultado de que, durante décadas, los mismos adultos, nos hemos interpuesto entre ellos y la política representativa. Resultado: los jóvenes de hoy, están menos dispuestos que los adultos, a entregar su confianza a instituciones y exponentes políticos, porque creen que la política está inevitablemente contaminada de la búsqueda de poder y privilegios particulares, desinterés por las demandas de los ciudadanos y un exceso de «vandalismo». Su desaprobación, sin embargo, no los lleva a movilizarse, sino a mantenerse a distancia y en eso, el punto central, es su creencia de que “no se puede cambiar lo que no funciona”. Eso lo aprenden en la casa y lo afianzan en la escuela y la universidad.

Esta falta de interés por parte de los jóvenes ¿afecta también el ámbito de la participación no convencional? Las estadísticas en general señalan, que la nueva juventud, está muy lejos de la participación institucionalizada, pero más inclinados al compromiso directo y tribal. Sin embargo, las investigaciones muestran que los jóvenes, parecen más escépticos que los adultos, incluso hacia el activismo espontáneo. También señala, que las experiencias previas de movilización popular, no suelen producir los resultados deseados y viene entonces la decepción. Un consumo ético, en el sentido de aquel que se ejerce cuando se valoran opciones justas, solidarias o ecológicas y se consume de acuerdo con esos valores y no en función del beneficio personal, está aún más lejos en el joven actual, que en los adultos.

Por otro lado, en una sociedad tan injusta como la nuestra, los jóvenes están convencidos de que viven en un contexto de pocas oportunidades y un futuro incierto vivencial y profesional. Igualmente están convencidos, de que no pueden influir en la organización social existente. Por estas razones, algunos, y son cada vez más, piensan que buscar suerte en el exterior es lo mejor. Pero en la abrumadora mayoría, prevalecen las respuestas a la adaptación y la reducción de los sueños y las expectativas. Todavía no nos hemos dado cuenta de las consecuencias, en todos los niveles, de una generación que se siente obligada a reducir sus sueños, a menos que se empleen artimañas, pero es indudable que su uso, no contribuye al desarrollo humano y nacional.

Sin embargo, no todo es pesimismo, hay quienes afirman que las nuevas generaciones se convertirán en los protagonistas de una nueva temporada de movilización y protesta. De un nuevo orden político. Pero, para que esto suceda, se necesitan dos elementos: un frente interno compacto y un oponente claramente identificable. La situación de los jóvenes actuales, no está exactamente para eso. Por un lado, luchan por reconocerse a sí mismos en sus semejantes, probablemente porque han internalizado la imagen predominantemente negativa que de ellos tienen y que el debate público ha producido en su nombre. Después de todo, los medios hablan de los jóvenes casi siempre sobre eventos deplorables: su violencia, falta de valores, intimidación, exhibicionismo, crueldad y se les ve como «bebés grandes» sin comprender la nueva forma que tienen de ver el mundo.

Por otro lado, aunque reconocen sus responsabilidades al igual que lo hicieron sus padres, les resulta muy difícil dirigir una protesta colectiva a las generaciones pasadas incluso a sus padres y madres, debido a que son, por un lado consumidores y por otro, económicamente dependientes de ellos y por ambos lados, están de acuerdo con los valores y visiones del mundo de estos, centrado en el consumismo. Hablar de conflicto intergeneracional en la actualidad está muy lejos. Si algo ahora es conflicto para el joven, es su ansiedad por destacar y eso dentro de su generación. Como bien se dice “Juventud y política: no necesitan desprecio, sino compromiso”. En estos momentos, el desinterés político de la juventud, es una advertencia de nuevos tiempos.

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