Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Hay una avalancha de comentarios para minimizar por centaveros los trinquetes de la SAAS para apapachar al presidente Jimmy Morales y ser parte de que siendo apenas algo así como 200 mil quetzales los que la Secretaría ha dilapidado en los últimos meses para comprarle al mandatario todo tipo de artículos que él debiera de comprar con su jugoso salario no se explica tanta bulla. Y eso nos obliga a los católicos a recordar el Evangelio de San Lucas en el que se expresa la frase que utilizo hoy para encabezar esta columna y que continúa con aquello de que quien es infiel en lo poco también lo será en lo mucho, tremendo tapabocas para quienes dicen que es una pequeñez andarse fijando en esos gastos de poca monta.

El que un ladrón sea roba vueltos no lo hace menos ladrón, pero ocurre que si es quien tiene la enorme responsabilidad de dirigir los destinos de un país y ser ejemplo para los ciudadanos, por supuesto que el asunto se vuelve muy grave porque el mensaje que envía es que vivimos en un país donde todo, absolutamente todo, se le perdona a los que tienen poder.

Cierto que en comparación con la enorme danza de millones que hemos visto en todos los casos que se han procesado ya en materia de corrupción, los anteojos del Presidente son babucha, no digamos los zapatos deportivos que sus ignorantes le compraron para jugar tenis. En Guatemala decimos zapatos tenis en forma genérica, sin entender que hay notables diferencias y que la suela de los que se usan para ese deporte son especiales. Anda por allí una foto del Presidente junto al Embajador de Estados Unidos frente a la red de la cancha de tenis y cuando uno ve los zapatos se da cuenta que son de los que se usan para correr, en el mejor de los casos, pero nada que ver con el que fue llamado deporte blanco.

El hecho de que ni siquiera le hayan comprado zapatos para jugar tenis no quita el fondo de la cuestión que tiene que ver con el abuso de los recursos del Estado. Con decir que hasta la Contraloría ya dijo que tienen que devolver el dinero, y eso que los contralores siempre pasan de noche ante los sucios manejos del erario, queda todo más que especificado.

Pero se quieren sentar precedentes como el del sobresueldo del Ministerio de la Defensa, supuestamente apachado porque el dinero ya fue devuelto, podrá pensarse que con devolver los tenis que no eran para tenis a la tienda que los baboseó todo queda resuelto. Sin embargo, la devolución no elimina el delito cometido por mucho que cualquier escribiente diga que es injusto fijarse en esos crímenes de poca monta. Por cierto, quien más frontalmente hizo esa defensa fue quien se convirtió en autor de un libro que parafraseando a García Márquez bien podría llamarse, “El ignorante sí tiene quien le escriba”, relatando las andanzas del Alcalde.

Artículo anteriorLo de la SAT va para largo
Artículo siguienteInversión condicionada