Ayer visitó al Presidente Morales el señor Ray Washburne, Presidente y Director Ejecutivo de la Corporación para la Inversión Privada en el Extranjero, acompañado del Embajador de los Estados Unidos. El vocero presidencial se apresuró a decir que firmas estadounidenses quieren invertir 100 millones de dólares en Guatemala en infraestructura y la generación de energía limpia y renovable, agregando que la reunión fue para afianzar la buena intención y la buena relación de negocios de Guatemala y Estados Unidos.

Pero se le olvidó decir lo más importante de todo, puesto que, según palabras del mismo señor Washburne, “Guatemala es atractiva para mayor inversión, pero se necesita un compromiso continuo de aumentar la transparencia y combatir la corrupción y la impunidad para crear un ambiente que facilite la inversión”.

Menudo detalle, puesto que vistas las cosas como son ahora, entonces no habrá esa inversión porque el mismo Estado de Guatemala, representado por sus poderes, está batallando contra el esfuerzo que se hace para combatir la corrupción. El mismo Presidente está al servicio de las huestes que dirige el alcalde Arzú para escabecharse a la CICIG y asegurar un Ministerio Público plegado que acabe con los procesos en marcha dejando de aportar pruebas.

Mientras las mentes obtusas o siniestras del país sostienen que la lucha contra la corrupción está ahuyentando la inversión y afectando la economía, los verdaderos inversionistas que quieren poner su plata en proyectos de largo plazo basados en negociaciones lícitas con criterios técnicos, dicen que la transparencia y el fin de la impunidad son requisitos indispensables para atraer inversión. Por supuesto que inversionistas piratas como Odebrecht o los de la Terminal de Contenedores Quetzal, siempre van a preferir un país corrupto en el que con una buena mordida se aseguran ganancias más allá de lo lógico y normal. Lo mismo pasa con todas aquellas empresas que aprovecharon la voracidad de tanto Ministro de Energía y Minas para obtener licencias en ese mar de corrupción en el que ni una sola decisión de las autoridades se produce sin que medie la millonaria coima.

Es penoso que el Gobierno callara a la hora de anunciar con bombos y platillos el deseo de la Corporación de invertir en Guatemala, respecto a esa clarísima condición expresada posteriormente en forma pública por el mismo inversionista y replicada por los mensajes en redes sociales de la Embajada de los Estados Unidos. Pero como para ellos eso de luchar contra la corrupción es mala palabra, prefirieron callar antes de dejar en evidencia que, bajo este Gobierno, esa inversión no vendrá.

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