Raymond J. Wennier

La expectativa de obtener o lograr algo que una persona quiere o necesita, dispara el neurotransmisor Dopamina que activa positivamente la motivación para poder enfocarse, poner atención, querer investigar, tener curiosidad, entre otros aspectos para buscar con entusiasmo, respuestas a sus inquietudes.

Esa expectativa es del maestro para el alumno y tiene que poder explicarla bien para que el alumno sepa el porqué. Explicarla bien para que el alumno forme sus propias expectativas y allí es donde entra lo del párrafo anterior.

Hay neurocientíficos que señalan que el ser humano recibe alrededor de dos mil estímulos por segundo. El cerebro humano no puede atender a tantos simultáneamente y por eso hay un filtro en la entrada al cerebro para “calificar” cuáles son los estímulos no atendibles en ese momento y los que sí puede dejar pasar para ser repartidos entre las diferentes áreas del cerebro para ser procesados, como un equipo, y en especial ser enviados al área cerebral donde hay mayor y más profunda atención, aprendizaje; luego son fijados en la memoria de largo plazo para ser usados posteriormente en situaciones nuevas. Lo anterior sucede cuando el cerebro está tranquilo y dispuesto a hacerlo.

¿Qué pasa cuando el cerebro no está dispuesto?

Cuando una persona recibe estímulos que son percibidos como amenaza y sobreponen a los buenos estímulos, el proceso se estanca en el cerebro más primitivo que se encarga de la sobrevivencia del individuo. La persona en esa situación tiene tres posibles reacciones: “Fight (pelear), “Flight” (huir) y “Freeze” (paralizarse, no saber qué hacer). Es básicamente miedo a lo que pueda suceder. Es una expectativa negativa que presiona a la persona y para el proceso para el posible aprendizaje. Todos sus pensamientos son de “lower thinking skills”, dedicado a la sobrevivencia nada más, donde las emociones dominan a lo racional.

Crónico, se refiere a una dolencia habitual. Creo que estamos frente a una dolencia habitual que se llama “Miedo crónico”.

¿Qué pasa con los alumnos y maestros en las escuelas? Hay tres lugares donde se vive en constante miedo. En casa, en las calles y en la escuela. El último lugar tiene dos aspectos, los alrededores de la escuela y dentro de la misma (conceptos que he tratado en artículos anteriores). En la escuela puede ser el “bullying” durante los recreos pero es aún más grave el recibido en clase durante la lección o actividad académica que denigra la dignidad y potencialidad del alumno.

El alumno ya no quiere llegar a clase, mucho menos poder aprender algo por la expectativa de una posible situación negativa que pueda sucederle.

La expectativa de miedo constante de lo que pueda suceder antes de llegar a la escuela, que es aumentado cuando ven a la policía cuidando la entrada al establecimiento. La percepción es una expectativa de peligro y así es muy difícil que haya un aprendizaje profundo, más bien es superficial, si bien va. Es por eso que los maestros dicen que el rendimiento escolar en los alumnos baja.

Si lo anterior es lo que pasa a los alumnos, ¿no sucede exactamente lo mismo con los maestros? Tenemos entonces, una situación de dos “caras”, expectativas negativas tanto de los alumnos como de los maestros, que afectan cómo se enseña y cómo se aprende.

Estamos en una sociedad insegura que PADECE MIEDO CRÓNICO.

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