Luis Fernández Molina

Así se titulaba una obra que se presentó con mucho éxito en varios teatros hace unos 20 años. Reflejaba el accionar tan cambiante (y falso) de los candidatos y en general la algarabía que despertaban las inminentes elecciones en un pueblo. Y es que las elecciones del año próximo van a ser también “muy alegres” por varias razones. Los escenarios han cambiado mucho respecto a anteriores comicios y al parecer no todos los contendientes han comprendido dichas variaciones. Las modificaciones legales vigentes son suficientes para incidir en la nueva dinámica electoral (y eso que faltan más reformas); al parecer muchos ciudadanos pasan por alto que dichas reformas son obligatorias. Por otra parte los avances tecnológicos han propiciado un cambio de actitud en la ciudadanía, especialmente en cuanto a traslado de información y protagonismo electoral. Entre los factores de cambio más importantes están:

1. El delito de financiamiento electoral ilícito. El motor y combustible de todas las anteriores elecciones era la gestión “empresarial” por obtener fondos para la campaña. Abundaban los activistas, promotores, cobradores, etc. Los dirigentes de un partido candidatos ofrecían grandes ventajas a aquellos que colaboraran con la causa y les prometían compensar con creces cuanto aporte hicieran al partido. Para estos financistas se trataba de una inversión, cuyos réditos se traducirían en futuras prebendas (contratos, puestos, recomendaciones) o para apuntalar el negocio; en todo caso la contribución les daba pase libre al poder. Todos sabían que toda esa parafernalia de ofrecimientos a la población eran “pajas”, pero eran gajes del show. A nadie extrañaba la aburrida y abusiva catarata de mensajes, cancioncitas y proclamas que repetían constantemente en la radio y televisión amén del afeamiento de las calles, carreteras, postes y paredes con insulsos carteles con fotos maquilladas de candidatos con promesas vacías y lemas trillados.

Pero han cambiado las reglas del juego; como que en fútbol se eliminara el offside, se acumularan las faltas obligando a salir o que se duplicara el largo de las porterías. Es un juego distinto. Obtener esos fondos ya no va a ser tan fácil. Para empezar el secretario general del partido y acaso el contador, serán los responsables de llevar una contabilidad bien documentada y –atención– en congruencia con las operaciones bancarias y con los gastos desplegados. ¿De dónde telas si no hay arañas? ¿De dónde desembolsos de millones si solo se reportaron miles? El responsable debe responder so pena de sanción penal. En efecto conforme el artículo 407, modificado en 2010 (por medio del decreto 4-2010), agrega figuras delictivas. En el literal N comprende el “Financiamiento electoral ilícito”; lo cometen en 3 escenarios: a) Recibir fondos a sabiendas que provienen del crimen o lavado; b) Cualquier contribución anónima; c) El no registrar el aporte hecho en el libro contable del partido.

Con esa advertencia cualquiera que “aporte o reciba” estará en la mira. Con mayor razón el representante legal del partido (secretario general), el candidato y el contador. ¿Quién se anima a ser secretario general o contador? ¿Quién se atreve a hacer una aportación secreta? Cualquiera puede tener enemigos hasta en el mismo partido y no extrañe que filtre información. A ello se adicionan los mayores controles en los movimientos bancarios, especialmente de “movimientos sospechosos” así como la obligación de bancarizar operaciones mayores de 30 mil quetzales. Igualmente será mayor el monitoreo del TSE y de la “auditoría social”. ¿De dónde salió dinero para ese mitin?

¿De dónde los fondos para los viajes en helicópteros? Es claro que cualquier ciudadano es libre de aportar cuanto antoje de su patrimonio, pero lo debe realizar con las formalidades de ley. (Continuará).

 

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