Eduardo Blandón

Parece que la situación de Perú se encuentra en estado de ebullición creciente, todo a causa de la decisión de un presidente, Pablo Kuczynski, culto, erudito y con un pasado aparentemente irreprochable (nunca hay suficientes garantías para gobernar), que decidió pactar con el mismo diablo para obtener la inamovilidad presidencial.

Se dice que la estrategia próxima de Fujimori, un hombre condenado a 25 años de prisión por un coctel de maldad meticulosamente realizado, sería la defenestración de fiscales y jueces para obtener mucha impunidad en una clase política viciada. La primera que lo necesitaría sería su hija, Keiko Fujimori, una muchachita que al parecer supera en cinismo, corrupción y maldad a su padre.

En Guatemala no vivimos días muy diferentes. Se nos viene un escenario delicado en el que el país se vuelve a jugar su futuro. La elección, por ejemplo, de la nueva cabeza del Ministerio Público es fundamental para el cambio de registro en proceso que se realiza en esa institución. Un paso en falso sería suficiente para el retorno a la era de la impunidad y el triunfo de las mafias en el país.

Desafortunadamente, Guatemala no cuenta con una clase política de primer orden… ni siquiera en términos aceptables. Como es ya costumbre, desde 1986 somos un país desgobernado. A veces dirigidos por líderes que hablan bien, en ocasiones por payasos, habitualmente por corruptos. Para mayor desconsuelo, ni siquiera como sociedad civil hemos podido organizarnos para alcanzar metas que superen la mediocridad de miras de nuestros políticos.

De nuevo vivimos períodos cruciales. Para ello, debemos exigir a las instituciones y a quienes la dirigen, responsabilidad. Pensar en Guatemala, ver a largo plazo, no ceder a la corrupción y trazar políticas de beneficio social. Equivocarnos, nos acerca más al fracaso y hace casi imposible la superación del estado de pobreza y postración anímica que vivimos los guatemaltecos.

En la campaña presidencial del Perú, Kuczynski, dijo que “lo más probable es que hijo de ratero es ratero también. (De) tal palo, tal astilla», aludiendo al padre de Keiko, el expresidente Alberto Fujimori. Infortunadamente, como político marrullero dio libertad al ratero por conveniencia propia. No repitamos los errores y demos pasos hacia la construcción de un país diverso.

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