Francisco Cáceres Barrios
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Como si el Estado anduviera bañado en plata, como si en el transcurso del año 2017 que termina hubiera dejado satisfecha a la población con la obra pública realizada, como si los servicios públicos esenciales fueran altamente satisfactorios y como si tuviera un presupuesto balanceado y debidamente incrementado para el año venidero, el gobierno de Jimmy Morales no descansó hasta los últimos días del año que está terminando para decretar bonos, fueran solidarios, navideños, compensatorios o de puro clientelismo con las bases populares. El colmo fue poner en un brete a su ministro de la Defensa para que concediera al mandatario unos pocos quetzalitos que le hacían falta debido a lo exiguo de sus remuneraciones.

Así las cosas, se encontró que sus huestes políticas en el Congreso no pudieron pasar de la primera base para lograr aprobar un presupuesto que, aunque deficitario como los anteriores, le podría permitir en el 2018 seguir haciendo chinche con el dinero recaudado de las contribuciones e impuestos ciudadanos, lo que nos planteó a todos diversas dudas: ¿qué piensa hacer para satisfacer la demanda de inversión para la infraestructura prácticamente obligatoria; con la forzosa necesidad de elevar la existencia de medicinas, material e implementos en los servicios de salud; cómo contener a toda costa los más elevados índices de criminalidad que agobian al pueblo guatemalteco y satisfacer la inmensa cantidad de carencias y necesidades? Y finalmente, ¿de dónde va a sacar el pisto indispensable?

Cualquiera con dos dedos de frente diría que lo primero que debiera hacer el presidente Morales es racionalizar sus gastos; reducir al máximo la burocracia estatal, que ahoga cualquier esfuerzo por hacerla eficiente; combatir frontal y decididamente el contrabando y sobre todo, erradicar la corrupción que continúa incrementando los costos de los insumos que forzosamente necesita para cubrir sus necesidades. Pero no puede, porque para eso necesitaría contar con un equipo financiero de primer orden, con un sólido respaldo popular y sobre todo, con el suficiente carácter y decisión para poder arrancar de raíz los males que la maquinaria estatal ha ido aglomerando con el paso de tantos gobiernos, los que habiéndole dado prioridad a satisfacer sus intereses personales, el resto lo dejaron de lado.

Por eso y tantas cosas más creemos que decir que para el gobierno de Jimmy Morales el año 2018 se le presenta difícil, es quedarse sumamente corto, pues si sigue contando con un equipo de trabajo tan deficitario en cuanto capacidad, honestidad y eficiencia va a seguir sin pasar de la primera base, como que la terminación del período para cual fue electo cada vez se ve más cuesta arriba. ¿Estimado lector, usted qué opina?

 

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