Jesús Abalcázar López
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A pesar de las esperanzas de la población, al pensar que un perfecto desconocido en la política, una moraleja llamada Jimmy Morales, que resultó ser la peor pesadilla, sin moraleja alguna más el descaro de venderse con una frase: ¡Ni corrupto ni ladrón!, que resultó una falsedad nunca conocida, que jamás sería la salvación del país, ante la marea alta de corrupción e impunidad, que sigue apestando a nuestra linda y encarnecida Guatemala, pero nada se logró y todo sigue igual. El pueblo descalificó a Manuel Baldizón y a Sandra Torres, pero se encontró con un personaje bueno para nada, ignorante en el arte de gobernar, con aptitudes de títere, solapador de la corrupción e incapaz de tomar decisiones para dirigir los destinos de un país, un gobernante del cual quisiéramos prescindir, pero, lamentablemente, esto tampoco sería la mejor solución.

De que nos sirve que venga un nuevo año, cargado de decepciones, desaciertos y arbitrariedades, un nuevo año sin esperanzas ni expectativas, esperando más de lo mismo, con un Organismo Ejecutivo sin rumbo, con un Organismo Judicial donde no conocen lo que es “justicia pronta y cumplida” y un Organismo Legislativo que no le importa tener una desacertada y pésima aprobación de las leyes pendientes, que de no aprobarse, el país irá a la bancarrota, especialmente por la absurda oposición a la aprobación de la Ley Electoral y la Ley de Servicio Civil, entre otras. Hay que entender que jamás llegará una democracia funcional si no se aprueban las reformas propuestas, pero no podemos esperar nada constructivo de una mayoría de diputados corruptos y avorazados, que defienden sus intereses, antes que los de la nación.

Cuántos escándalos se han ventilado en el Organismo Judicial y el último se refiere a un narcotraficante mexicano que en el mes de octubre de este año, fue dejado en libertad mediante una orden de libertad que fue declarada como una falsificación. ¿Esto es increíble y ante todo es inadmisible, que no existan controles efectivos, como para no poder detectar un asunto tan trascendental para la vida jurídica de Guatemala, como lo es, nada más y nada menos, que una orden de libertad, que seguro fue comprada para un reo que, por aparte, ya había recibido una condena de 38 años de prisión y quien, por arte de magia fue dejado en libertad? ¡Qué desgracia, qué asco y qué repugnante que aún suceda esta plena corrupción en los órganos de justicia!

Y qué decir de los desvergonzados diputados al Congreso de la República, que han tenido el descaro de convertir este honorable recinto, en un lugar despreciable, donde se cocinan las decisiones más absurdas e inoperantes y los negocios más sucios y denigrantes, que mantienen colapsado al Estado guatemalteco. Es curioso ver ahora, la cara de inocentes, de los diputados, por ejemplo la cara de primera comunión de Fernando Linares Beltranena, Roberto Villate, del supuesto asesino intelectual de los colegas periodistas en Mazatenango y de todos los diputados enjuiciados o pendientes de aprobación de su antejuicio, por lo cual este, es el organismo del Estado, con mayor desaprobación y desprestigio: ¡Dios nos libre de esta lacra y nos agarre confesados!

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