Adolfo Mazariegos

Hace algunos años, cuando se empezó a publicar esta columna, escribí brevemente acerca de algunas situaciones que a pesar de no ser (de ninguna manera) normales, en Guatemala son ya como el pan de cada día, situación en virtud de lo cual muchas personas pueden considerarles como algo “normal”, a pesar de que no deben ser consideradas como tal y muy a pesar de que en muchos casos las aceptemos o nos estemos acostumbrando a convivir con ello, así, sin más (pero ese es otro asunto). Por ejemplo: no es normal, (pero en Guatemala pareciera algo “normal”) ver por la calle guardias de seguridad de empresas privadas, en moto, llevando grandes escopetas con el cañón apuntando hacia cualquier lado, mientras los niños que pasan y los ven, seguramente en su inocencia infantil, se preguntarán en qué país vivimos (y en cuál viviremos dentro de algunos años de seguir por ese rumbo). No es normal, pero aquí -en Guatemala-, pareciera algo “normal” escuchar en las noticias, todos los días, que hubo un asesinato en alguna parte o que otro piloto de autobús murió por no pagar una extorsión. No es normal, pero aquí pareciera una cuestión “normal”, que los atascos en las calles y avenidas los ocasionen los agentes de la policía de tránsito (hay excepciones, por supuesto), en lugar de hacer respetar los tiempos de los semáforos y multar a aquellos que obstaculizan irresponsablemente los cruceros de las calles y avenidas. No es normal, pero aquí pareciera algo normal, que los pasos de cebra en las esquinas los utilicen automovilistas y motoristas irresponsables, y no los peatones, quienes muchas veces tienen que sortear esos obstáculos para poder cruzar, arriesgando inclusive y sin exagerar, su propia vida. No es normal, pero aquí es “normal”, que se pudran y se pierdan toneladas de alimentos donados mientras nuestros niños se mueren de desnutrición en el interior del país. No es normal, pero aquí es “normal” que tengamos leyes obsoletas que nunca han sido derogadas a pesar de su inutilidad y anacronismo, y que se quiera seguir engrosando el marco normativo del Estado con leyes insulsas y espurias que no responden a la realidad de las verdaderas necesidades del país. No es normal, pero aquí es “normal”, que la tasa de niñas dando a luz cada día se incremente sin que se le ponga verdadera atención al asunto… En fin…, la lista de este variopinto abanico podría extenderse y convertirse -tristemente- en un cuento de nunca acabar, pero baste decir que aquí, en Guatemala, pareciera “normal” que lo que no es normal sea visto por muchos como algo “normal”. ¡Verdaderamente preocupante!… Puesto que las cosas que no son normales también pueden llegar a ser vistas como parte de la cultura de un pueblo, puede haber en estas sencillas líneas un punto de partida para una necesaria reflexión, y sobre todo, para buscar hacer algo al respecto.

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