Carlos Soto Pineda

La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento en julio de 2010 estableciendo que todos los seres humanos deben tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona al día) que sea segura, aceptable y asequible -el costo del agua no debe superar el 3% de los ingresos del hogar-, y accesible físicamente –la fuente debe estar a menos de 1,000 metros del hogar y su asequibilidad no debería superar los 30 minutos-.

Conflictos internacionales y guerras de ocupación solapadas en el siglo XX fueron por el petróleo y ahora en el siglo XXI por el agua, tal el caso de la ocupación y destrucción de Libia -Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista- para apropiarse de sus recursos energéticos y de su agua (control de los mantos acuíferos).

El agua NO DEBE ser vista como una mercancía, no se trata de gasolina, ni de petróleo, sino de un líquido VITAL. El agua debe ser visualizada, darle la connotación y contextualizarla como un derecho de supervivencia.

La expoliación, el saqueo de los recursos naturales, la rapiña tan características de los “empresarios” hace que impunemente desvíen cauces de ríos y que los contaminen.

Según estudios del Portal de Recursos Hídricos de Guatemala el sector agrícola guatemalteco “utiliza cada año para riego dos mil 200 millones de metros cúbicos de agua –un metro cúbico equivale a mil litros–, lo que representa 10 veces el caudal del Lago de Amatitlán”, además evidencia que la industria hace uso de 850 millones de metros cúbicos de agua al año, lo que significa el triple del que se maneja en la red de distribución de agua entubada del país, que requiere de 283 millones de metros cúbicos.

En un país como el nuestro donde el 70% de la población se abastece de agua superficial y el 30% de subterránea es IMPERATIVO consensuar, discutir y aprobar una Ley de Aguas que regule su aprovechamiento, uso RACIONAL y que penalice la mala utilización, sin “caer” en la trampa de la PRIVATIZACIÓN.

Jorge Mario Bergoglio Sivori- el Papa Francisco- dijo: “Proteger el agua como un bien común, valorizando también su significado cultural y religioso”, enfatizando en la necesidad de la educación para sensibilizar sobre este “bien precioso” especialmente a los niños y a los jóvenes.

“El derecho al agua es determinante para la supervivencia de la persona y decide el futuro de la humanidad”… y de la vida en este planeta.

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