Estuardo Gamalero

“El abuso del poder es una enfermedad, al parecer incurable del ser humano y, claro, que produce desorden”. Salvador de Madariaga

Bajo el entendido que muchos estamos “encendidos en patrio ardimiento” y otros simplemente tirando ocote sobre el fuego, vale la pena reflexionar y ser responsables de nuestra crítica y saber cuál es el efecto de nuestra actitud. Debemos estar atentos de la aceleración de los cambios que tanto anhelamos y los efectos que de pronto pasaron a ocupar la nueva agenda nacional.

En ese sentido, han ido surgiendo varios conceptos y directrices que tienen un nivel de consenso altamente válido, y entre ellos, me permito recoger “tres de moda” que llaman mi atención: “Diálogo, Reforma Electoral, Debido Proceso”.

Hay que tener cuidado con la critica que hagamos de algún problema y, sobre todo, cómo señalemos a quienes creemos culpables. Acaso, ¿no sería justo reconocer que, de una u otra manera, nosotros mismos hemos sido parte del problema del cual hoy nos quejamos? ¿No les resulta irónico, pretender ese baño de pureza del que está de moda jactarse en redes sociales y por cualquier medio de comunicación?

No hay duda que la vida nos encuentra, confronta, condena o nos distancia, con personas buenas, leales, justas, éticas y capaces, pero con un poco de mala suerte y malas intenciones, también nos topamos con gente que pueden ser todo lo opuesto: sucias, corruptas, hipócritas, vividoras, descaradas, desleales y oportunistas.

Reconociendo que los tres temas merecen más profundidad, les comparto algunas ideas generales que tengo sobre los mismos.

Diálogo: la mayoría de sectores han coincidido en la necesidad de reunirse y dialogar con el objeto de generar propuestas consensuadas y por el bien del país. Obviamente, aparecen los “sospechosos usuales” que están a favor de los que están en contra, y en contra de los que están a favor. Pareciera que su objetivo es coptar la agenda, destruir, generar polémica, expresar quejas y continuar con esta estéril confrontación.

Lamentablemente, el problema de esa reducida minoría de polémicos, es la bulla que hacen, la justificación con la que actúan y la victimización que proyectan.

Debemos tener presente que el diálogo franco, permite dentro de la legalidad, expresar puntos de vista e intereses, proponer mecanismos, analizar opciones, compartir responsabilidades y minimizar la posibilidad de malas decisiones.

Lo que no se vale y no podemos permitir es utilizar “el diálogo” como un mecanismo de tibieza para enfrentar la aplicación de la ley y el CORRECTO proceder de un gobernante, quien debe actuar apegado a la ley y su mandato.

Reforma Electoral: Quienes hablamos sobre la importancia de una reforma de fondo sobre el sistema electoral, creo yo, lo hacemos con la intención de corregir los filtros de participación política, que a su vez permitan mejores niveles de representatividad y democracia interna real en las organizaciones.

Por más de 30 años, hemos sido testigos, cómplices, víctimas y verdugos, de procesos electorales con altos niveles de participación, tanto de votantes como de partidos. Y si bien lo anterior es positivo, el problema de fondo, es que olvidamos cuestionar y depurar los candidatos del centenar de partidos políticos que nos han trasladado a las urnas desde los años ochenta.

La escasez de partidos no es el problema real, sino la volatilidad y la deplorable calidad de la oferta electoral de éstos. Lo anterior, EVIDENTEMENTE pone de manifiesto que el filtro se debe poner en las propias organizaciones, de manera que éstas no lleven a las urnas: pícaros, mamarrachos e incapaces.

Reconociendo la parte alícuota de culpa que todos tenemos en la corrupción del sistema electoral, hay que tener presente que ese cáncer invasivo de la mala política se regó fatalmente sobre todos los sectores: sociedad civil, medios de comunicación, instituciones públicas, productivo, comunidad internacional, militar, indígena, oenegero, académico y profesional.

Debido Proceso: En los últimos meses, se ha puesto muy de moda proponer, quejarse y denunciar el respeto del “Debido Proceso”. Ante el abuso del poder público y el poder coercitivo de la ley, el Debido Proceso, es quizás la garantía más importante en la defensa de los Derechos Humanos. Constituye la certeza que NADIE puede actuar por encima de la ley y que el fin no justifica los medios.

El tema tiene diversas ópticas. Se utiliza para prevenir tanto el abuso de autoridad, como para señalar la violación de la ley y sus procedimientos.

Es incuestionable que TODOS los buenos y decentes ciudadanos debemos apoyar el combate en contra de la corrupción. Pero también es indiscutible, que lo anterior debe hacerse sin corromper garantías fundamentales, tales como: presunción de inocencia, otorgamiento de medidas sustitutivas cuando lo contempla la ley, no permitir que una persona se mantenga presa en exceso de los plazos legales y sin llegar a juicio, evitar el daño moral y familiar a través de los juicios paralelos que se traban en medios de comunicación.

La manera en que los guatemaltecos abordemos estos temas, marcará el futuro de nuestro país. Procuremos hacerlo objetiva y legítimamente.

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