Hablar de la lucha contra la corrupción es políticamente correcto y rara es la persona que no expresa su apoyo a la necesidad de librarla y vimos cómo en el 2015 encendió a la ciudadanía cuando le fueron presentadas las abrumadoras pruebas de cómo Roxana Baldetti se había convertido en la figura símbolo de los corruptos. Pero cuando esa lucha trasciende el escenario de los “shumos”, de la gente a la que la sociedad no le reconoce alcurnia, la cosa cambia radicalmente al aberrante extremo de que se pueda considerar como una falta de respeto que se tenga la osadía de investigar a alguien que la élite considera como intocable.

Los ataques y descalificaciones contra el Comisionado Velásquez empezaron justamente cuando presentaron el Caso de la Cooptación de Estado en el cual figuraron “personalidades” intocables. Ya antes, con el Caso IGSS-Pisa, afloró el malestar porque estaba bien que se fueran al bote los directivos de la entidad que avalaron los negocios, salvo el que fue nombrado por el poderoso sector privado para quien, por lo visto, había que usar otro rasero. Iván Velásquez y Thelma Aldana pasaron de golpe y porrazo de héroes a villanos y arrancó una tenaz lucha para desprestigiarlos de cualquier forma imaginable.

Es lo que hemos dicho siempre, puesto que aquí vivimos en un país donde la ley es para los de abajo y no fue imaginada para aplicarla a los de arriba. Nadie ignora los malos manejos que se han hecho a lo largo de muchos años, pero si se señala a cualquier perico de los palotes no hay problema, pero Dios guarde si se tiene la “falta de respeto” de meter en ese costal a los que incurren aún en mayores podredumbres pero no son parte del montón y aparentemente no nacieron para que alguien, especialmente de la plebe, se atreva a pedirles cuentas que ellos, por lo visto y leído, no tienen obligación de rendir.

Si alguna duda queda de que aquí vivimos en una Guatemala de doble rasero, miremos cuántas décadas pasaron sin que nadie de la élite tuviera que hablar de la presunción de inocencia, tema que no estaba en la agenda porque, al fin y al cabo, los presos eran parte de la chusma. De la noche a la mañana, con el Caso IGSS-Pisa y la Cooptación, se convierte en preocupación central y alrededor de ese asunto se genera un intenso debate. Pero cuando les tocan a su maestro de la corrupción parece haberse rebasado el límite y hablan hasta de una falta de respeto.

Artículo anteriorEl monopolio de los partidos políticos
Artículo siguienteAnalizarán implicación de inventor submarino danés en otros casos