Adolfo Mazariegos

Es imposible no sentir consternación al ver las imágenes de las inundaciones, derrumbes y deslaves que en las últimas semanas han afectado a miles de guatemaltecos en el interior de la República. Situaciones que, como producto de fenómenos naturales -obviamente-, no pueden achacársele a nadie. Sin embargo, cuando ese tipo de eventos acontecen y empiezan a causar estragos, también empiezan a sobrevolar el ambiente diferentes inquietudes y preguntas que, inevitablemente, confluyen en una misma interrogante que no deja de preocupar: ¿cuán preparado está el país en caso de verse afectado -ojalá no- por un desastre como los que han azolado recientemente (por ejemplo) a México, Puerto Rico y otras islas del Caribe? Departamentos como San Marcos, Petén, Las Verapaces y Huehuetenango (entre otros) han sufrido los embates de los fenómenos climáticos y sismos que han tocado al país en los últimos días, y que han superado por mucho las estimaciones que de ello pudieran haberse tenido. Pequeñas comunidades enteras han quedado bajo el agua cuyo nivel ha alcanzado varios metros de altura en distintas áreas del territorio nacional. Carreteras y caminos vecinales prácticamente han desaparecido, obligando a pobladores de distintos lugares a ingeniárselas para transitar y para transportar productos básicos y asistencia, sin contar -por supuesto- con las innumerables pérdidas en enseres, ropa y hasta animales domésticos que muchas personas se han visto obligadas a dejar atrás para salvar su propia vida, porque han tenido que evacuar sus hogares y porque sencillamente el agua se los ha arrebatado. En ese sentido, ver cómo las vías de comunicación terrestre siguen deteriorándose alarmantemente sin que nada se haga al respecto, es motivo de legítima preocupación y malestar generalizado, en virtud de que por causas como esa, comunidades enteras que se han visto afectadas, también han quedado incomunicadas y expuestas a desastres mayores. ¿En dónde están los diputados de esos distritos ahora que sus comunidades necesitan que hagan algo al respecto de inmediato?, ¿en dónde están los gobernadores de esos departamentos que deben gestionar ayuda para los damnificados antes de que los efectos de las inundaciones empiecen a causar enfermedades por la contaminación que usualmente traen consigo?, ¿en dónde está el Ministro de Comunicaciones?… ¿en dónde están todas aquellas autoridades que por obligación deben encargarse de esos menesteres, más allá de conferencias de Prensa o declaraciones con algunas “recomendaciones”?… Las acciones no se realizan por inercia, y mientras más se tarda en tomar decisiones u operativizar planes de contingencia, más riesgo se corre de que los efectos causen daños mayores e irreparables. Y como suele suceder en estos casos, quienes llevan más las de perder son quienes usualmente están en mayor desventaja, quienes tienen menos recursos y quienes por lo consiguiente, tienen menos posibilidades de sobreponerse rápidamente a las adversidades… Es necesario que las autoridades actúen, que hagan algo de inmediato, porque literalmente, hay muchos guatemaltecos que en el interior de la República están con el agua hasta el cuello, y más.

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