Raúl Molina

Vivo en Santiago de Chile y estoy por terminar una visita a Uruguay y Argentina, con aspectos académicos y políticos. Las tres son sociedades mucho más politizadas que Guatemala y, por ende, con una juventud más decidida y activa, que promete llevar a cambios importantes. Los tres gobiernos tienen rasgos distintos. En Uruguay dirige el gobierno Tabaré Vásquez, en representación del Frente Amplio. Aunque la derecha no ha podido reorganizarse, es claro que el gobierno de centroizquierda genera muchas dudas. ¿Por qué cedió ante Trump para rechazar las decisiones soberanas del gobierno y el pueblo de Venezuela? Sin duda, los problemas económicos juegan su papel; pero también un pacto con las fuerzas armadas que lleva, incluso, a posiciones absurdas frente a los crímenes de lesa humanidad del “terrorismo de Estado”. Eso es imperdonable. Argentina está peor, porque se encuentra en el gobierno un presidente totalmente “casado” con la administración Trump en Estados Unidos. Macri, aparte de aplicar fuertes medidas neoliberales en la economía, que está causando grandes penurias a la clase media y a la población con menos recursos, ha dado el más claro ejemplo de que cuando la derecha pierde popularidad el fraude electoral es su fórmula para “ganar” aunque haya perdido las elecciones. Las votaciones primarias para el Congreso, realizadas el domingo 13 de agosto, aún no ofrecen resultados y cada día aumenta el “destape” de acciones fraudulentas con los votos. Macri pudo así presentarse como “ganador” ante Mike Pence, vicepresidente y delegado personal de Trump.

En Chile, la señora Bachelet, pese a la presión constante de la derecha para tomar una posición dura contra el Presidente Maduro en Venezuela, de manera firme dijo en presencia de Pence, quien tenía en la mira a Chile para tomar el liderazgo antichavista, que Chile no apoyaría nunca una acción militar externa ni un golpe militar para derrocar al gobierno venezolano. Ya era hora de que alguien de la región asumiera con esa fuerza la defensa de la soberanía latinoamericana, particularmente cuando voceros de la derecha, incluido el candidato Piñera, no cesan de lanzar todo tipo de acusaciones contra los actos soberanos de Venezuela. Esperemos que esta actitud se convierta en un búmeran para las elecciones de fin de año, ya que muestra las intenciones de la derecha de brindar apoyo político y diplomático al imperio estadounidense, olvidándose de los 17 años de dictadura que sufrió Chile como consecuencia de una acción semejante contra Salvador Allende en 1973. Trump ha venido a provocar más polarización entre las clases políticas del continente, mientras que el respaldo interno a su gobierno se desgasta cada día más, con sus acciones racistas y xenófobas. Será el factor, se espera que haga que el péndulo político en América Latina y el Caribe se incline cada vez más hacia un centro-izquierda moderno y humano. Es claro que la situación de Guatemala es de las más “subdesarrolladas” políticamente en la región, pese a la extraordinaria lucha de 2015. Esperemos que las elecciones estudiantiles para la AEU logren el rescate de dicha asociación y movilicen a la juventud.

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