Eduardo Blandón

Más allá de las razones diplomáticas en discusión a partir de lo expresado por el embajador norteamericano sobre los diputados del Congreso de la República al llamarlos tontos, se encuentra el hecho de un cabildeo con intenciones torcidas contra la CICIG y el embajador considerados incómodos para lo que juzgan de interés nacional.

¿De verdad son tontos los cuatro diputados que encarnan la infamia pública? Lo serían si metafóricamente se les cayera la baba, pero sabemos que no tienen un pelo de tontos. Son personajes con biografías en la que sus luces están al margen de lo intelectual y la erudición, pero compensados por el sentido de la oportunidad conjugado con una ética sin escrúpulos. Sujetos exitosos que sacrifican la honorabilidad para obtener su propio beneficio.

Creo que Todd Robinson opina que los diputados son imbéciles por la esterilidad de sus planes. Pero no solo por eso, sino por el gasto inútil (criterio económico) en una empresa que tendría poco éxito. Además, la imbecilidad podría provenir de la crítica a una ética miserable en la que de manera aviesa se intenta dar un golpe contra de la justicia en el país. Cabría pensar, entonces, que si son idiotas lo serían no solo por su proyecto económico en una inversión tonta, sino también por la catadura moral encarnada por reptiles políticos.

Nos hallaríamos, luego, con diputados que paradójicamente son y no son tontos. Y le agradecemos al embajador que nos haya permitido la consideración. Tontos por un proyecto que los tiene en aprietos con la ley y con una ciudadanía que los detesta, listos porque a través de patrañas y conformación de equipos mixtos (sector público y privado), han logrado escalar y vivir hasta hoy del erario público y la cooperación de empresas privadas de dudosa reputación.

Lo malo en ello es que los guatemaltecos cedamos a la estupidez de moda y nos quedemos contemplativos permitiendo el saqueo. Ya sabemos que son tontos y también listos, no dejemos que impongan su comportamiento y nos arrastren a sus propios proyectos. Cerremos filas y obstaculicemos sus planes que van más allá de la estadía del embajador norteamericano. Protestemos y hagamos escuchar nuestro clamor por el bienestar de nuestros hijos y de Guatemala en general.

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