Jorge Mario Andrino Grotewold
* @jmag2010

Cada año en Guatemala, el 17 de junio, se celebra la función del padre de familia, como aquél que no solo biológicamente sino efectivamente, cumple una labor de incidencia, ejemplo y apoyo para sus hijos (as), desde el momento en que nacen, y durante el proceso de su desarrollo integral como persona, sin que exista mayor interés que el amor legítimo como familia.

Ser padre de familia no es una tarea fácil. Involucra un mecanismo de confianza, de amor, de coordinación con la pareja, de profundo compromiso con esa persona que durante buena parte de su vida lo considera héroe, amigo y génesis de una influencia determinada en su educación, en sus valores, en su personalidad, y en tantas otros aspectos con los que la niñez debe afrontar, para luego entrar a etapas complejas psicológicamente como la adolescencia y al final, como un adulto más.

Sin embargo, no todos los padres de familia cumplen con esa gran faceta en su vida, y es muy común en las sociedades de los últimos 50 años, que quienes facilitan dar vida no siempre asumen la responsabilidad de ser ese ser que pueda dar sentido y conexión a la vida de un hijo (a). La responsabilidad de asumir un compromiso, ya fuere planificado o no, conlleva no sólo la subsistencia económica, sino la fortaleza de contar con alguien que haga posible lo imposible, en aras de la felicidad de su ser querido. Ese rol, muchas veces cumplido por madres, abuelos, abuelas, tíos, padrinos e inclusive por quienes asumen en espacio en el camino de la vida, los mal llamados “padrastros”, se considera indispensable para los hijos que luego, en su momento, asumirán ese mismo rol.

Los indicadores de desenvolvimiento personal están relacionados siempre a esa figura paterna (sin importar quién desarrolle esa función), y que promueven un vivo ejemplo de conducta para la siguiente generación, ya sea para seguir el mismo ejemplo recibido, o bien para cambiar un paradigma de no haber tenido la figura de apoyo de un padre. En otras palabras, el padre de familia que cumple su rol, promueve también un rol social y con ello, un mecanismo fundamental para el país de forma integral.

La paternidad responsable, amorosa y fraterna es un ideal al que cualquier niño o niña debe aspirar. Pero la figura no es solo el nombre, sino la función, que indiscutiblemente se relaciona a esa conexión brillante e iluminada que otorga ser parte de una nueva vida, y que la acompaña siempre.

Feliz Día a los Padres de verdad, ya sean madres o cualquier sustituto de quien dio inicio con semilla a esa vida. No olviden que su función es indefinida, y que su desempeño marcará la forma en que sus hijos se conduzcan en el presente y para sus futuras generaciones.

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