La guerra por el control de los servicios de inteligencia ha hecho que en Guatemala no se cuente con un eficiente sistema que, con profesionalismo y observancia absoluta de los procedimientos legales, le preste esa útil herramienta a los tomadores de decisión política para el bienestar del Estado.

Es claro que las oficinas de inteligencia fueron utilizadas en el pasado, y más durante el Conflicto Armado Interno, para cometer abusos y brutales excesos contra algunos ciudadanos y como un brazo importante de la guerra contrainsurgente con métodos fuera del patrón normal del respeto a los derechos humanos y del Estado de Derecho.

Sin embargo, es claro que para poder realizar una eficiente tarea de seguridad democrática y para poder incluso tomar decisiones en áreas como el comercio, finanzas y políticas, se tiene que tener un análisis adecuado de situaciones específicas que presenten herramientas a los consejos asesores al Gabinete y al mismo Presidente de la República.

Haciendo una revisión de las últimas semanas, podemos encontrar que es urgente que las entidades de inteligencia se fortalezcan y se disciplinen para que trabajen en conjunto. Podemos empezar con el conflicto en San Marcos que llevó a la declaratoria de un estado de Sitio que fue justificado con fotografías de individuos con armas de grueso calibre y relatos desde el mismo ministro de la Defensa de la peligrosidad de los grupos armados ilegales que operan por la zona.

Se publicaron igual, fotos de elementos del ejército con visores nocturnos y otro equipo tecnológico que contrasta con los viejos y oxidados fusiles Galil con los que posaron. Lo triste es que ese gran aparato solo sirvió para incautar un puñado de municiones y algunas capturas de personas buscadas por delitos que nada tenían que ver con la causa del estado de Sitio.

Segundo ejemplo, el sistema penitenciario. Tampoco es secreto que Guatemala cuenta con una universidad del crimen que permite que los reclusos se perfeccionen en la operación de sus estructuras desde adentro de las cárceles y tanto pandillas como los “VIP” tienen privilegios para operar libremente. La importancia de la inteligencia queda probada con la recaptura de La Patrona.

Y deben servir para las redes de extorsión, contrabando, evasión fiscal y hasta de desestabilización que terminan costando tanto para el país. Contar con un sistema eficiente de inteligencia permitiría prevenir muchos de estos daños y judicializar aquellos hechos que se cometen en contra del Imperio de la Ley. Nos urge fortalecer el sistema de inteligencia y eliminar el conflicto por manejar las distintas instituciones que ejercen esa función.

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