Jorge Santos

Como todos y todas saben, mañana 22 de abril a nivel internacional se celebra el Día de la Tierra, como un acto que nos recuerda que “el planeta y sus ecosistemas nos dan la vida y el sustento. Con esta celebración admitimos la responsabilidad colectiva, como nos recordaba la Declaración de Río de 1992, de fomentar la armonía con la naturaleza y la Madre Tierra para alcanzar el equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y medioambientales de las generaciones presentes y futuras. Este día nos brinda la oportunidad de concienciar a todos los habitantes del planeta acerca de los problemas que afectan al planeta y a las diferentes formas de vida que en él se desarrollan” (Organización de las Naciones Unidas).

Y es que la fecha, de manera coincidente, la conmemoraremos en medio de un país que se quema, que destruye su medio ambiente y que no respeta sus recursos naturales. Sin lugar a dudas durante este día, mañana y el domingo escucharemos discursos, veremos actividades públicas de autoridades gubernamentales y empresarios haciendo gala de la incoherencia, el cinismo y sin lugar a dudas la doble moral.

Durante este mes han sido reportados varios incendios forestales en departamentos como Petén, Quiché, Alta Verapaz, El Progreso y otros, sin que las autoridades sean capaces de generar acciones tendientes, primero a prevenir los mismos y segundo sofocarles para que no impliquen daños irreparables a la flora y fauna en el país. A esto habrá que sumar que la mayor cantidad de estos incendios se producen por la mano criminal de personas que bajo el manto de actividades empresariales realizan estos con el propósito de ampliar la generación de ganado o la expansión de monocultivos como la palma africana. Lo más patético de estos sistemáticos hechos, verano con verano, es que no existen personas pagando con cárcel estos lamentables hechos.

Pero a pesar de lo dramático de la situación de los incendios, es necesario manifestar que no son una situación aislada, sino más bien son producto de un Modelo de Desarrollo tendiente al saqueo y la explotación de los Recursos Naturales, sin importar los medios que se utilicen, porque lo fundamental es la generación de la máxima ganancia o el enriquecimiento desmedido, sin que existan instituciones capaces de poner freno a la obscenidad que representa esta situación.

Por lo tanto a los incendios que devastan miles de hectáreas de bosque y con ello fauna importante que muere en los mismos, hay que adicionar el desvío de ríos, la tala de bosques enteros para la producción ganadera o bien para la producción de palma africana, la actividad de extracción de minerales produciendo daños irreparables a nuestros ecosistemas, entre otros males. Todo ello pasando con la colusión u omisión de acciones de autoridades gubernamentales.

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