Juan Antonio Fernández
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Una de las formas tradicionales en Guatemala para hacer ver el descontento e inconformidad con el sistema y el gobierno es la Huelga de Dolores. Surgida en 1898, en plena dictadura del “progreso”, para la época ya se habían expropiado los bienes de la Iglesia, se perfilaba la entrega de miles de hectáreas para la compañía frutera, la concesión del puerto en el Atlántico y su ferrocarril, así como también la producción energética, todo ello en medio de un clima de despotismo político y una tiranía que duraría 22 años.

Es así como estudiantes sancarlistas con un ánimo de crítica y sátira al Gobierno y su Presidente inician esta tradición, la cual se constituiría en el principal componente de identidad, con lo cual todos los elementos que giran en torno a ella significan parte del imaginario de la única universidad pública en el país y que a lo largo de 119 años han expuesto ante la sociedad un posicionamiento de carácter político, lo cual llevó a extremos de violencia desde el aparato estatal.

Iconos de la cultura universitaria como el son de guerra del estudiantado La Chalana, Los Boletines, Las Veladas, El No Nos Tientes, El Desfile Bufo, la participación huelguera de personajes de la talla de Miguel Ángel Asturias, Carlos Guzmán Bockler, Clemente Marroquín Rojas, Adolfo Mijangos López, Mario López Larrave, José Barnoya y tantas representaciones que evocan múltiples significados sobre un pasado e historia gloriosos, una memoria compartida, nuestros mártires, pero también constituye núcleo central en la definición del futuro y la aspiración de una nueva sociedad desde una institución que sirve al país a través de sus estudiantes y profesionales.

A lo largo de su historia la huelga ha sido atacada de múltiples formas, incluyendo la violencia y el desprestigio, no nos apartamos del hecho que la Universidad haya estado infiltrada por grupos ligados a las estructuras más obscuras. Sobre ello el doctor Carlos Guzmán Blockler en conferencia magistral ante el estudiantado y profesores de la Escuela de Ciencia Política, dijo: “…y por allí andan afuera todavía algunos de esos…”. Afortunadamente ya son pocos, aunque están incrustados y no tienen otra forma de vida.

Miguel Ángel Asturias nos relata en su Viernes de Dolores las experiencias como joven estudiante y nos habla sobre el descontento social, la crítica de los estudiantes hacia el sistema, el respaldo hacia las causas justas y humanas, todo ello en un sentido de imágenes diversas sobre la Guatemala de antaño, sin que ello signifique que la perspectiva de Asturias se enmarque en el pasado, todo lo contrario, permanece vigente dadas las precarias condiciones en las que aún subsisten las mayorías.

En esencia es allí donde se encuentra el significado más profundo la Huelga de Dolores, en su carácter reivindicativo y crítico, donde el oprimido representado por los estudiantes cobra vida como sujeto de cambio a través de un espectáculo de protesta declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación. ¡Qué viva la Huelga de Todos los Dolores del Pueblo de Guatemala!

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