Juan José Narciso Chúa

En el Congreso de la República se continúa trabajando a marchas forzadas la mal llamada Ley de Regularización Ganadera, una ley que al final de cuentas no sólo representa un retroceso en materia fiscal, pues justamente esos privilegios son aquellos que no deberían de ocurrir, sino al contrario deberíamos avanzar para generar mayor base tributaria –más contribuyentes efectivos–, e igualmente, reducir el conjunto de exenciones que en materia tributaria existen y que constituyen un beneficio para determinados grupos o contribuyentes, que bajo el cobijo de una determinada actividad “productiva”, buscan asegurarse no pagar los impuestos que les corresponden.

En todo caso, los ponentes de esta iniciativa, son justamente juez y parte, un diputado por Chiquimula a quien conocí como un buen profesional trabajando para el Centro Universitario de Oriente, Cunori y que hoy terminó convirtiéndose en otra persona y se llenó de las mañas como muchos de sus compañeros congresistas. Una vergüenza total.

Lo más complicado dentro de esta iniciativa de ley, es que al final se esconde un fin más avieso y siniestro. En este esperpento de ley se busca ocultar realmente lo que se refiere al secreto bancario, así como establecer un punto de quiebre para los ganaderos con un “borrón de cuenta y corre y va de nuevo”, pues al final como bien se sabe, la ganadería ha sido un espacio en donde se recrean negocios ilícitos conocidos. Nada de regularización, eso no es cierto, únicamente lo que buscan es evitar que las cuestiones tributarias les descubran todo lo que al final esconden y que hoy pretenden arropar con una ley que cubra su oscuro y nada lícito pasado.

Ello significa abrir nuevamente las posibilidades para que otra actividad supuestamente productiva, busque conseguir encubrir por medio de una ley de beneficios fiscales o de “regularización”, beneficios que en materia fiscal ya no deben darse en Guatemala. En este país, no sólo la carga tributaria es baja, sino además la capacidad de recaudación es compleja. Hasta hoy la nueva administración de la SAT ha tomado una actitud ejemplar y ha conseguido no sólo investigar, denunciar e intervenir empresas que se encuentran defraudando al fisco desde hace años, sino además ha logrado mejorar la recaudación, pero esta ley lo borra todo de nuevo y produce un retroceso para la recaudación.

No es conveniente que se apruebe esta ley, al contrario es conveniente caminar hacia un país sin ningún beneficio de este tipo o de otro –como las zonas francas o los salarios diferenciados–, pues únicamente pretenden continuar viviendo cómodamente de los beneficios del propio Estado. Como sociedad debemos reconocer que es necesario ir propiciando una apertura profunda de los mercados, lo cual implica propiciar libre competencia, tener mercados abiertos en donde puedan competir varias empresas y que la concurrencia al mercado sea libre para entrar y salir, de otra forma continuaremos recreando mercados imperfectos, en donde muchas empresas descansan y se aprovechan de distintos privilegios fiscales o económicos.

El papel del Congreso, con apoyar esta iniciativa de ley, es simplemente y llanamente vergonzoso, pues en lugar de legislar para beneficiar al bien común, siguen siendo representantes de intereses económicos o particulares, con lo cual continúan abriendo la brecha entre lo que debería de ser su verdadera representación o su papel de intermediación con la sociedad civil, para ser títeres de oscuros sectores y terminar como potentados a partir del enriquecimiento ilícito.

Por casualidad tuve la oportunidad de leer el proyecto de dictamen de otra iniciativa de ley sobre un préstamo para el MP y pude darme cuenta, tal como hoy lo señala Guzy Balsells en su artículo en el Periódico sobre esta iniciativa de ley de los ganaderos, que su contenido es lamentable y no creo que exista otro término más preciso que “cantinflesco”, principalmente en el ámbito económico.

Las condiciones del país hoy son complejas y apuntan a una mayor incertidumbre, en el marco de una desaceleración económica, es increíble observar cómo los diputados únicamente le dan la espalda a su propia sociedad, para dedicarse a elaborar leyes que a ellos les representen ingresos fáciles y sin duda ilícitos. Qué vergüenza de nuevo.

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