Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

En los últimos días, tristemente la parca ha extendido su guadaña y segado las útiles vidas de Humberto Preti y Eduardo Weymann.

En ambos casos se ha dado la circunstancia que por vivir solos en apartamentos no se haya podido prestar de inmediato el auxilio que podría haber evitado su deceso.

Humberto Preti, a quien conocí en la juventud, en la Avenida Independencia, zona 2, fue un joven inquieto, que con frecuencia su señora madre le llamaba “Humbertito”, señal que Humberto había realizado alguna travesura. Cambiando una bombilla se accidentó y lo dejó tendido en el suelo sin que durante dos días alguien se percatara del hecho.

Humberto fue un decidido dirigente empresarial proveniente del sector agrícola, por edad no compartimos ninguna mesa directiva, sí cruzamos caminos opinando y buscando el desarrollo económico y social de Guatemala.

A Eduardo Weymann lo conocí cuando encabezó un grupo de jóvenes profesionales provenientes de la Universidad Francisco Marroquín en 1991, fue parte de un grupo de asesores y lobistas en el Congreso de la República, donde yo fungía como diputado y jefe de bancada del Frente Republicano Guatemalteco.

Desde un principio me simpatizó la idea de recibir dicho apoyo, porque esa primera bancada de 10 diputados era sumamente heterogénea.

Paulatinamente,  Eduardo Weymann se fue acercando al FRG y antes de concluir esa legislatura era ya un simpatizante y un excelente colaborador de mi partido.

A partir del “Serranazo”, Eduardo se convirtió en un activo asesor económico y social del comité ejecutivo y de la bancada del FRG, luego asesor, diputado y miembro del comité ejecutivo.

Guayo fue un hombre trabajador, prudente, lo que implicó que se le pidiera, por diferentes miembros del comité ejecutivo y del partido, un intenso trabajo.

Cuando Alfonso Portillo y el suscrito fuimos electos presidente y vicepresidente de la República, la dirigencia del partido coincidió en que Guayo fuese el Ministro de Economía, cargo que le implicó tener que lidiar con conocidos grupos de poder empresarial donde incluso Guayo había sido asesor, como era el caso del mayor productor de pollo y huevos del país.

Guayo siempre defendió el bien común lo que implicó proteger al consumidor versus el productor.

En el Ministerio de Economía realizó un excelente trabajo, razón por la cual un año después  se le pidió asumiera la importante y difícil tarea de ser el Ministro de Finanzas, cartera que desempeñó hasta el último día del Gobierno del FRG.

Como Ministro de Finanzas le correspondió colocar los bonos de deuda externa en el extranjero, ser parte del grupo consultivo y de las reuniones de dicho grupo implementando los programas sociales de los Acuerdos de Paz.

También fue un gran alero en las discusiones del Pacto Fiscal. Guayo fue una extensión de la Presidencia y Vicepresidencia en todo el campo económico y social.

Le correspondió ser parte de la toma de decisión del cierre de los bancos Empresarial, “Gemelos” y en la absorción del Banco del Ejército y del Banco de Nororiente.

Ninguna otra persona se distinguió tanto por su trabajo como ministro dentro del Gabinete, todo ello le trajo graves consecuencias como fue la falsa acusación que le implicó muchos meses de cárcel cuando maliciosamente Willy Zapata le engañó para que firmara un acta de la SAT aunque no se había realizado la sesión.

Humberto y Guayo descansen en paz.
¡Guatemala es primero!

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