Juan Antonio Mazariegos G.

Día a día enfrentamos una serie de retos, problemas y trabajos que llenan nuestra agenda, estos obedecen a nuestra labor, responsabilidad y normalmente a requerimientos de terceros que dentro de sus propias funciones, proyectos, tareas y/o metas personales requieren de nuestros servicios para seguir adelante, esos requerimientos no son propios, no se originan de nuestra voluntad, nuestra voluntad se enfoca en resolverlos por pedido de otros. Todas estas labores por supuesto deben de ser resueltas y atendidas, pues del resultado de satisfacción que encuentren esas otras personas en nosotros dependerá la calificación de nuestra gestión y en función de la misma recibiremos una recompensa a manera de honorario, sueldo, comisión o cualquier otro tipo de remuneración.

Sin el ánimo de intervenir en el enfoque que debemos de dar a esa actividad diaria que traerá el sustento a nuestros hogares, estimo que el humano es capaz de multiplicar sus enfoques y que puede existir un beneficio en diversificar la actividad de una persona al buscar satisfacer metas diferentes, originadas esta vez no por terceros si no en los intereses y habilidades que cada uno puede tener y que pueden desarrollarse plenamente de manera paralela al trabajo diario, permitiendo a la persona continuar enriqueciendo su vida, sin que sus distintos enfoques o intereses puedan ir en sentidos contrarios.

Escribir un libro o leerlo, correr un maratón, aprender un arte, un oficio, enseñar, involucrarnos en un equipo deportivo, en una actividad lúdica o de beneficio social, cualquiera que sea la actividad que despierte nuestro interés y en la que se involucre nuestra voluntad, agregará valor a nuestra vida, a quienes nos rodean y también a las otras tareas que nos corresponden como primera responsabilidad, pues el involucrarnos en las mismas nos permitirá crecer como personas, pero también afinará nuestro enfoque cuando retornemos a nuestras metas principales que corren paralelas y que no abandonamos mas que para darnos un respiro y obtener una satisfacción diferente que también sirve de recompensa.

La vida corre demasiado deprisa y hay un alto riesgo de que nos transformemos en unos autómatas que simplemente se levantan, trabajan y se vuelven a dormir, por supuesto hay un mérito enorme en aquel que no deja nunca sus labores, eso a mi juicio es merecedor del mayor aplauso, pero quien sabe y quizás con un lapso en el camino, una meta paralela, en donde se permita desarrollar nuevas habilidades y satisfacciones agregará también calidad y profundidad a la constancia que ya le caracteriza.

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