Estuardo Gamalero

«Las grandes masas sucumbirán más fácilmente a una gran mentira que a una pequeña»
Adolfo Hitler

Por definición, una grieta es una abertura o separación sobre un cuerpo. Las grietas generalmente son consecuencia de fenómenos de la naturaleza, sin embargo, a las que deseo referirme en este artículo, son a las grietas sociales. Esos efectos dañinos que ocasionan enorme prejuicio entre las personas, provocando desde simples resentimientos de barrio, manifestaciones de pueblo, indignaciones de país, hasta guerras entre las naciones.

A lo largo de la humanidad, han existido grietas y abismos que han separado a las personas. Muchas de ellas se dieron como parte de las conquistas, colonizaciones, diferencias económicas, espacios sociales, factores religiosos, desprecios raciales, cuestiones ideológicas, etcétera. Ese problema no es exclusivo de Guatemala. Lo han vivido y continúan sufriéndolo la mayoría de los países.

Participar en política y ser funcionario público es algo loable, si ello se hace apegado a Derecho. Sin embargo, cuando la participación de las personas se convierte en injerencia, en pagos de favores o en cuestiones al margen de la ley, entonces se convierte en el perverso juego del «Control del Poder». En ese sucio retozo, las partes involucradas alimentan sus causas buscando culpables y responsables, lejos de proponer soluciones que realmente corrijan las grietas. El efecto lamentable es que dichas grietas se convierten en abismos, provocando que los problemas generen mayor conflictividad social, lo cual se convierte en un latrocinio de sueños y futuro.

Con lo anterior, no quiero decir o sugerir, que la desigualdad social, la injusticia en oportunidades y los problemas no sean reales. Mi única intención es poner de manifiesto que cuando se sacrifica la institucionalidad por actos populistas, el gran perdedor es el pueblo, pues incuestionablemente la cortina de humo que se levanta, provoca la destrucción de las bases de la producción, que a su vez produce desocupación, indigencia, desinversión, desempleo, pobreza, violencia y más insatisfacción.

Al decir «actos populistas» me refiero a las acciones y aficiones de los políticos que buscan complacer y lograr el apoyo de las masas, no con la intención de solucionar sus problemas, sino de manipularles en la interpretación de la realidad y la telenovela de «buenos vs malos», «ricos vs pobres», etcétera. En contexto con la cita de Hitler: se inculca una gran mentira para convertir a las masas en un aliado de la causa, cambio o ejercicio del poder.

Lo que empezó como una fisura se manipula de tal manera que llega a convertirse en el epicentro de un terremoto. Se sustituye el orden de prioridades y se opta por la conveniencia del enfrentamiento social, en vez de la solución de fondo del conflicto.

Las palabras justicia, orden, libertad, propiedad, derechos humanos y democracia, adquieren la definición y aplicación de aquel que gobierne, o tenga la autoridad de hacer coercitivas sus instrucciones.

Guatemala está tupida de fisuras. Grietas históricas que necesitan soluciones reales. Sin embargo, es un bochorno ver la negligencia de aquellas personas que como remedio a los problemas, insisten en medicinas que lejos de resolver algo, lo empeoran y propician epidemias que van desde el resentimiento hasta el boicot.

A contrario sensu, también vemos cuestiones muy positivas para el país y para generar empleo formal. Me refiero a la reciente aprobación y ratificación del Convenio 175 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Antes de dicha ratificación, Guatemala era uno de los pocos países del mundo en el cual se venía manipulando la posibilidad de contratar a tiempo parcial y pagar por hora a un trabajador.

Con esta medida, las personas que buscan trabajo en complemento con sus estudios o labores de hogar, tienen la oportunidad de poderlo hacer y los empleadores tendrán la posibilidad de ofrecerlo.

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