Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

La semana pasada escribía sobre le necesidad de iniciar una forzada depuración del Congreso de la República que debería partir de procesos judiciales contra aquellos que han usado el poder para hacer negocios, pero que debería terminar con una depuración provocada por la ciudadanía con el afán de dar paso a nuevos partidos políticos y por ende, un nuevo Congreso que pueda ser electo, además, con reglas de financiamiento diferentes a las actuales.

Y tan importante como depurar y reformar el Congreso, es la Contraloría General de Cuentas (CGC) puesto que hoy es una cacharpa inútil para cumplir con su función de velar por la transparencia en la ejecución del gasto público, pero sí es útil agencia que encubre a mafiosos rasos, burdos y/o de cuello blanco y eso representa un enorme obstáculo para construir un mejor país.

No es coincidencia que el nombramiento del contralor acapare tanto interés que obliga a los congresistas a pactar a quién designarán como garante de la impunidad y la corrupción (eso lastimosamente han sido los contralores de nuestra era democrática) y así, no habrá nunca dinero suficiente para atender las necesidades del país y para invertir en el desarrollo humano de nuestra gente.

Guatemala tiene 340 municipios, es decir, la misma cantidad de municipalidades y además, solo en el organismo Ejecutivo hay 255 unidades ejecutoras; en otras palabras, solo ahí, la Contraloría tiene que controlar a 595 entes a los que debe fiscalizar y los que ejecutan miles de millones y por ende, con lo que ahora hay es imposible.

En La Hora hemos empezado un esfuerzo periodístico por dar con los detalles de la CGC con la intención de determinar la cantidad de auditores que tiene la institución, los momentos en los que se realizan las auditoríias y verificaciones, porque es de fama que la CGC llega cuando “ya se robaron el ganado y los delincuentes ya lo vendieron dos veces más después de robado”.

Con ese déficit operativo en la fiscalización de los recursos, más la cooptación y el secuestro del que ha sido víctima la CGC, es imposible pensar que podremos enfrentar la corrupción, pero lo más grave de esto, es que salvo algunas voces, el grueso social, gremial, mediático y especialmente del mundo político, no dicen ni pío de esto y es entendible porque a medida que se tiene una CGC débil, los negocios son más accesibles.

Hace unas semanas entrevistamos al nuevo jefe de la Fiscalía contra la Corrupción del MP y una de las quejas era que la CGC se tarda mucho en rendir los informes y/o realizar las auditoríasauditorías. Carlos Mencos es parte del sistema y garante de la corrupción de los Colom-Torres, Pérez-Baldetti y Morales-Cabrera y los Ccongresos de esa época, pero no se le puede endilgar toda la responsabilidad del secuestro de la contraloría.

Ayer en los espacios de opinión de La Hora se hablaba en el editorial de la corrupción municipal, mi padre decía que empezaba el primer tirón que dependía de la CICIG y el MP para ver cómo se trabajarían algunos casos de gente corrupta y Eugenio Fernández decía que lo que se necesita son ciudadanos que sean agentes de cambio y cito los tres temas, porque todos son vitales de cara al futuro del país.

No podremos ser un país que ofrece oportunidades a su gente con tanto saqueo a nivel nacional y municipal, no podremos ser mejores sin que el MP y la CICIG no enderezan acciones más allá del gobierno del PP, no podremos soñar si no ejercemos ciudadanía y nunca habrán recursos suficientes si no reformamos la Contraloría de Cuentas.

Y el cambio de la Contraloría, como casi todo, pasa por el glorioso Congreso que está muy tranquilo, porque usted, estimado lector, no ha mostrado su hartazgo ante tanto descaro.

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