Raúl Molina

Como profesor de Historia de América Latina, en Estados Unidos y Chile, explico los acontecimientos como un antes y un después de la Revolución Cubana, como la Revolución Francesa en la Historia Universal. Fue el hecho que “separó las aguas” del acontecer latinoamericano. Estuvo caracterizada y reflejada por Fidel Castro, aunque sabemos que ha sido el logro de millones de cubanos y cubanas. Como revolucionario, escribo esta breve reseña para decirle a la juventud guatemalteca lo que significó este líder de los procesos revolucionarios de América Latina. Él no “produjo” los movimientos revolucionarios de los años 60 y posteriores; no fue como dicen las derechas una conspiración castrista-comunista. Esto ha sido solo su intento de justificación de las barbaries perpetradas por las fuerzas armadas al aplicar el “terrorismo de Estado”. Los movimientos fueron endógenos; las condiciones sociales y económicas de pobreza y marginación y la determinación de las juventudes rebeldes produjeron las revoluciones armadas. Sí tuvieron en Fidel Castro a un ejemplo y un líder que apoyó las luchas de liberación de los pueblos en todas partes del mundo. Se enfrentó así, por decenios, y los derrotó, al imperio estadounidense y otros desgastados imperios y regímenes represivos.

Fidel supo salir avante en las múltiples crisis que Cuba debió enfrentar desde 1959, por ataques, amenazas, bloqueo económico y político, y problemas económicos. Ya antes había derrotado al dictador Batista, criminal y corrupto, iniciando la Revolución Cubana. Ante la agresión armada de anticastristas, con el respaldo de EE. UU., enterró en Playa Girón la invasión. En este hecho y en los múltiples intentos de desestabilización y asesinato fraguados por la CIA, Fidel siempre estuvo un paso adelante, desbaratándolos. Nunca estuvo a la defensiva; tomó iniciativas para lograr el cumplimiento de las metas de la Revolución Cubana y solidarizarse, por otro lado, con luchas en África, América, Asia y Oceanía. Cuando dichas luchas fructificaron por doquier, el apoyo diplomático logrado por Cuba no solamente superó su expulsión de la OEA sino que la hizo factor determinante en las decisiones de la ONU. En la última votación en dicho organismo, no hubo votos en contra, ni siquiera de Estados Unidos e Israel, a la condena del embargo económico. La crisis de los misiles, que estuvo a punto de convertir la Guerra Fría en guerra nuclear, sirvió a Fidel para contener las intenciones bélicas de EE. UU. contra Cuba. Fidel no fue infalible y él mismo puso a la Historia como su juez; pero su capacidad de líder y los grandes riesgos que debió enfrentar le llevaron a ser sumamente sagaz y hábil. Fue siempre fiel a sus principios, centrados en llevar al pueblo de Cuba a la seguridad alimentaria, la salud, la educación y el desarrollo de un modelo socialista. Su firmeza y perseverancia nos dicen, aún en la negra realidad actual, que un modelo social, económico y político al servicio de las grandes mayorías es factible y que la utopía del socialismo sigue vigente en el mundo entero. Al despedir a Fidel Castro, seguiré luchando por dicha utopía en Guatemala y otras partes.

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