Eduardo Blandón

Hay una guerra sin cuartel que se libra más allá de las trincheras y que sus mecanismos se han sofisticado tanto como las guerras convencionales, me refiero a la lucha ideológica.  El propósito consiste en el control de las ideas y la manipulación de las masas a conveniencia para sacar provecho de un elemento que resulta estratégico para el mantenimiento de statu quo.

Los recursos de control para la homogenización del pensamiento son variados: el uso de los medios de comunicación social, la industria cultural (cine, literatura, música y arte), la publicidad, la propaganda y un amplio etcétera.   Con ella se pretende la manipulación de las conciencias a través del encubrimiento y la promoción de la mentira.  Eso sí, con un modo exquisito y formas elegantes imperceptibles para las víctimas.

Esa es la razón por la que el establishment se siente cómodo con el arte, la literatura y la música. Su, arte, su industria cultural, con sus sacerdotes, estetas y ritos consagratorios.  Espacios en los que no cabe la crítica ni el recurso analítico.  Solo priva la autocomplacencia, la literatura adormecedora, divertida, superficial.  Banquete de masas que se regodea repitiendo el nombre de películas en el olimpo de Hollywood.

La guerra ideológica alcanza las escuelas.  El sistema que se autoproclama sabio porque conoce lo que el mercado necesita, orienta los programas para que apunten a la vida, su minúsculo universo, o sea a lo útil.  Pensa de estudios que impide el pensamiento porque lo urgente es la mano de obra barata.  Los que piensan están en otro nivel y no se puede permitir al vulgo que se atreva a tan delicada tarea.

En resumidas cuentas, es difícil sobreponerse a una estructura macabra hecha para la fantasía, la mentira, el error y el extravío.  Superar la sombra platónica es tarea titánica que requiere tanto de dosis de escepticismo y suspicacia como de olfato fino para identificar las falacias del sistema.  Y más aún, ser capaces de develar la verdad oculta y ponerla al servicio de la gran masa.  No es fácil la tarea crítica, pero a eso estamos llamados todos aquellos que queremos crear un mundo diverso.

Artículo anteriorTrump, el presidente electo de Estados Unidos
Artículo siguiente“Administrar bien o mal”