Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

A partir de lo que denominamos periodo democrático, cada cinco o cuatro años se ha electo un Presidente, un Vicepresidente de la República, un Congreso o cuerpo legislativo y una corporación municipal por cada uno de los municipios que integran el país.

En todas y cada una de las elecciones, la población ha concurrido a elegir, a votar por quienes considera serán los más adecuados representantes para administrar el país, buscando el bien común. Sin embargo, todos y cada uno de los gobiernos han dejado pendientes una serie de tareas.

El principal gasto o inversión de los impuestos se hace en burocracia; es tanto el número de personas que viven y dependen del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, entidades autónomas y descentralizadas, que uno de los mayores secretos es decir cuántos son los funcionarios y empleados en cada dependencia, cuántos son sus salarios, bonos y prestaciones.

Dependiendo del cristal con que se vea, los gobiernos que hemos tenido han sido “mejores o peores”. Independiente de la falta de información fidedigna, la población percibe y de ahí la opinión que les ha merecido los distintos gobiernos; incluso informes de organismos internacionales han evidenciado cómo ha sido la gestión de cada gobierno, de qué manera han beneficiado a la mayoría o privilegiado a los grupo de poder.

Administrar no es fácil, pero tampoco es imposible. Así como los gastos burocráticos han aumentado, existen otros rubros como el de alquileres de inmuebles que cada día más se presentan, hecho injustificable e incomprensible porque el Estado de Guatemala tiene numerosos inmuebles y predios que no utiliza o que subutiliza, donde perfectamente podrían construirse edificios para cada uno de los ministerios y dependencias que están derrochando en alquileres, mes a mes, los impuestos que se recaudan.

Un ejemplo de pésimo uso de terrenos propiedad del Estado son los numerosos predios en la 12 avenida, frente a la Guardia de Honor, donde se encuentra un terreno que frecuentemente se le alquila a circos y a personas que temporalmente montan espectáculos de diversa naturaleza.

Al lado de dicho predio está lo que en una época fue el Estadio del Ejército, que dejó de ser utilizado desde hace varios años. A un costado del estadio, antes de la industria militar, frente al Campo de Marte, también está la Escuela Militar de Equitación. Solo en esos tres predios podrían construirse, como mínimo, seis edificios donde se albergaría por ejemplo el Ministerio del Medio Ambiente, el de Trabajo, y otras varias dependencias del Ejecutivo que actualmente –insisto- pagan millonarios alquileres anuales.

Cualquier banco, entre ellos el Banco Centroamericano de Integración Económica, el Crédito Hipotecario Nacional u otro con facilidad financiaría, a diez o quince años, puede financiar la construcción de esos edificios que habrían de convertirse en otro centro cívico y dejar de desperdiciarse esos terrenos ya que el ejército no utiliza adecuadamente ninguno de esos espacios.

¿Qué impide hacerlo? En realidad nada, solo falta la voluntad y la iniciativa de la Presidencia de la República, lo más que se podría decir es, como se lo dijo un Ministro de la Defensa a Álvaro Colom, que no podía utilizarse la escuela de equitación porque era “estratégica”. Ja, ja, ja.
Continuará…

¡Guatemala es primero!

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