Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

A la hora que estoy escribiendo estas líneas seguramente los políticos del Congreso están terminando de tejer sus oscuras alianzas para hacerse con el botín que representa ser parte de la Junta Directiva del Congreso. Y es que independientemente de si gana la UNE o FCN logra su cometido y se hacen de la presidencia, usted debe estar claro que nada de lo que termine pasando derivará en cambios del fondo en nuestro sistema. Al filo de la medianoche me informan de publicaciones que harán algunos medios que se han parcializado en la elección.

Es triste decirlo y más duro reconocerlo, pero siendo objetivos, es fácil comprender que la incapacidad ciudadana que hemos tenido para incidir en el quehacer político nos pasa una factura porque los actores no sienten el más mínimo miedo de lo que “sus jugadas” pueden representar a un electorado al cual le basta ir cada 4 años a votar porque es una “fiesta cívica”.

Hay gente que dice que negociar no es malo pero lo que no puede pasar es que FCN se haga del poder legislativo y hay otra gente que dice que lo que se “avanzó” con Mario Taracena está en riesgo y ambos están, a mi juicio, equivocados porque esto que sucede en el Congreso trasciende más allá de quien gane; la de hoy es una elección para asegurar que las cosas sigan igual, es una elección entre morir de cáncer o de un paro al corazón, pero nada más.

Todo lo que hizo Taracena junto con su Junta Directiva, con los Jefes de Bloque y el resto de diputados que apoyaron “sus cambios”, fue taparle el ojo al macho “para que la CICIG no chingue”, pero en la realidad las cosas están peor que antes porque algo así como en el Caso de TCQ, lo único que hicieron fueron “legalizar” las cochinadas, pero la parranda sigue igual o peor.

Y la gente de FCN lo único que persigue es poder hacerse de puestos claves (tanto en la Junta Directiva como en las comisiones, en Especial la de Finanzas) por dos motivos: uno, para tener más fuerza ahora que la familia del presidente Jimmy Morales es sindicada en un caso de corrupción, con posibilidades de que el mismo mandatario sea algún día también señalado y dos, asegurarse que la posibilidad de los negocios caigan en sus manos. Por eso es que ahora a Jimmy Morales ya no le importa “la separación de poderes” y metió sus manos en la elección en el Congreso.

Yo insisto que lo mismo es Chana que Juana y que no importa quien gane en el Congreso porque las cosas seguirán igual y todo porque, como sociedad, somos incapaces de influir y al no tener incidencia las cosas nunca cambiarán porque los mafiosos están tranquilos de que somos un pueblo aguantador que cada diez o doce años nos escandalizamos con los presidentes de turno, pero nada más si son Portillo o Pérez.

Este Congreso tiene una importancia enorme porque los diputados son los guardianes del sistema en un supuesto momento de cambio, son los defensores del Estado actual de las cosas, serán quienes manoseen las reformas al sector justicia para que gane el NO en la consulta popular y serán los que pueden llegar a elegir, eventualmente, Presidente o Vicepresidente y, ni siquiera por eso, los ciudadanos los tenemos en el radar.

Se vienen días grises para la historia de nuestro país, pero por la indiferencia y complicidad de muchos, los días más claros aún están muy lejos.

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