Francisco Cáceres Barrios
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Por lo visto los bochinches, también llamados bloqueos o manifestaciones van a seguir causándole graves perjuicios a la población en general que no tiene nada que ver con las razones que puedan motivarlos. En otras palabras, seguimos siendo víctimas de quienes ya fueran motivados por ocultos intereses o por reales problemas vigentes o por venir, se les antoja impedir la libre locomoción de las personas y alterar el orden público, delitos penados por la ley en sitios estratégicamente escogidos para el efecto con el fin de causar graves perturbaciones sociales pero, que a las autoridades con tal de no ser acusados por violación a los derechos humanos de los manifestantes no hacen más que presenciarlos, salvo contadas excepciones.

La mayoría de la gente productiva, el ciudadano común y corriente, que tiene que batallar todos los días para ganarse el sustento diario se queda día tras día con un palmo de narices, cuando mira que pasan los minutos y las horas sin poder moverse libremente de un lugar a otro y sin que las autoridades lleguen con la ley en la mano a liberar de todo tipo de obstáculos que impida la libre locomoción. ¿En qué clase de país vivimos entonces? ¿De qué sirven los miles de millones de quetzales que pagamos de impuestos y contribuciones para sufragar los costos y gastos de una administración pública que a la hora de demandársele el indispensable orden y seguridad no actúa con la prontitud, diligencia y eficiencia que de ella se espera?

Si me cuentan que en el vecindario del lugar de mi residencia van a poner una cárcel y por consiguiente ello va a alterar mi vida en sociedad, lo primero que debiera hacer el o los ciudadanos que pudiera salir afectados, es averiguar qué está pasando, cuáles son los planes que se tienen y si las consecuencias que de ello se deriven podrán afectar mis intereses y los de la colectividad. Pero no, lo primero que se les ocurre es agarrar lo que encuentren a mano para irlo a poner de obstáculo y armar un señor bochinche. Eso, en un país que se supone civilizado no puede seguir así. Eso, señor presidente Morales, después de tanto tiempo transcurrido con esas mismas condiciones y problemas consecuentes amerita que usted llame a sus colaboradores para que le pongan coto a tales desmanes ¿o cree usted que para ello habrá necesidad de acudir a la Ley de Orden Público para decretar algún estado de excepción? Es que si así lo fuera, ¿qué está esperando para hacerlo? La ciudadanía lleva tiempo de estar pidiendo a gritos el cumplimiento de la ley. No se pide lo contrario.

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