Juan José Narciso Chúa

Hoy observamos con estupor cuántas cosas se daban debajo de un sistema que permitía realizar los más aviesos negocios sucios, sin que nadie hiciera nada para enfrentarlo. Cuántos fiscales pasaron por el MP y se hicieron de la vista gorda, cuántos abogados sabían de todo esto, pero siguieron medrando en un sistema que propiciaba y facilitaba las cosas para mantenerse.

La lucha no ha sido nada fácil, ni tampoco exenta de enormes peligros y contingencias. Hoy se sabe que la fiscal Thelma Aldana se encuentra siendo presionada por distintos sectores oscuros buscando que su gestión termine con esta lucha que para la sociedad ha sido la muestra de que cuando se quieren hacer cambios, se hacen, no hay necesidad de discursos largos y grandilocuentes, sino al final, se toma el toro por los cuernos, nada más.

La CICIG es la otra instancia que ha prestado un enorme servicio a la sociedad, ambos, el MP y la CICIG representan un equipo que hoy ha abierto las más horribles cloacas que se encontraban escondidas con ropaje de decencia, que se cobijaba en un sistema que permitía y dejaba, que se acercaba a abogados, jueces, fiscales, políticos y funcionarios, quienes facilitaban todo ese tenebroso pasaje que hoy muestra sus más detestables expresiones.

Seguramente el proceso continuará, las sorpresas se harán cada vez mayores, la intranquilidad del sueño se hará recurrente, pero la justicia no descansará, hasta sentar un precedente que ratifique que el Estado de Derecho, no es más que un discurso o bien un acto idílico, para nada, se buscará reconstruir, reconstituirlo, redireccionarlo, para que el mismo se convierta en el eje de cambios permanentes en una sociedad que como la nuestra, desea otro país, otro conjunto de interrelaciones.

Todas las instituciones nacionales e internacionales coinciden en reconocer este tenaz trabajo de la CICIG y el MP, pero también hay una coincidencia que antes no se presentaba, pero que hoy es prácticamente un consenso, es necesario romper con la desigualdad social, un hecho doloroso que sigue castigando a los más vulnerables de nuestra sociedad y que resulta injusto que no se busque un cambio definitivo en ese sentido.

El país requiere de poco, pues se puede hacer bastante con cambios esenciales, sin embargo, la sociedad sí necesita de mucho más, no se puede detener el proceso de cambio, se deben abandonar las posturas rígidas e interesadas, para abrazar y permitir las transiciones imprescindibles para una sociedad distinta, que sea incluyente y se reconozca, de una vez por todas, la multiculturalidad, la multietnicidad y el multilingüismo que prevalece en todo el país, se debe abatir con decisión la desnutrición, no se vale una Secretaría como la SESAN, técnica, pero sin capacidad de ejecución, es necesaria relanzarla para hacerla capaz de incidir directamente sobre el problema y dejar de lado los supuestos apoyos presupuestarios de los ministerios.

La lucha por la justicia y la paz social todavía tiene un enorme trecho, pero también puede, como lo ha demostrado, hoy el MP y la CICIG, cambiar el destino de nuestro país y nuestra sociedad con hechos evidentes y reales, pero principalmente valientes y consistentes en la búsqueda de un Estado de Derecho Democrático.

Es necesario expresar desde esta columna, el apoyo irrestricto.

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