Douglas Abadía Cárdenas

Colonialismo es un concepto que hace referencia a los territorios ocupados y administrados por un gobierno anteriormente ajeno a éstos mediante la conquista o asentamiento de sus súbditos, y en el que por lo general se impone una autoridad extranjera.

Puede hablarse de colonialismo cuando un pueblo o gobierno extiende su soberanía y establece un control político sobre otro territorio, o pueblo, como fuente de riqueza y de poder. Esta relación concluye cuando el pueblo subyugado alcanza su soberanía o cuando se incorpora a la estructura política de la potencia colonial en igualdad de condiciones.

La capacidad potencial de colonización es inherente a un mundo formado por entidades políticas que poseen diferentes grados de desarrollo económico y tecnológico; las naciones poderosas siempre se ven seducidas por la idea de dominar a las débiles. Sin embargo, esta escala de poder sólo permite que la colonización sea posible, pero no la hace necesaria o inevitable. Las grandes potencias no siempre desean ampliar sus territorios y, cuando es así, las débiles consiguen frenar su avance en ocasiones.

Toda valoración moral del colonialismo debe tener en cuenta las cambiantes circunstancias históricas. Este fenómeno resulta inexcusable si nos atenemos a las normas de actuación internacionales contemporáneas, puesto que es incompatible con el derecho a la soberanía internacional y a la autodeterminación. No obstante, el reconocimiento de estas libertades sólo se ha hecho efectivo con carácter mundial recientemente, mientras que los imperios que se crearon en el siglo XIX se arrogaron la responsabilidad de gobernar a los ‘pueblos atrasados’ y hacerles llegar los frutos de la civilización occidental.

El mejor modo de describir los efectos del colonialismo es analizarlo, tanto desde la perspectiva de los colonizadores como de los colonizados. Las colonias reportaron numerosos beneficios a las metrópolis, como pueden ser la adquisición de nuevos territorios para la emigración y recursos estratégicos, y la expansión del comercio y el aumento de las ganancias económicas. Pero también el precio fue alto para las naciones conquistadoras: tuvieron que proporcionar a aquéllas infraestructura administrativa, defensa y ayuda económica y se vieron implicadas con frecuencia en conflictos que hubieran preferido evitar.

La afirmación de que la colonización tuvo efectos negativos para las gentes colonizadas es incuestionable: se vio interrumpido el estilo de vida tradicional, se destruyeron valores culturales y pueblos enteros fueron subyugados o exterminados.

Dentro del contexto de la colonización de América Latina se puede vincular un concepto llamado Cultura, la cual es un conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o grupo social en un periodo determinado. El término ‘cultura’ engloba además modos de vida, ceremonias, arte, invenciones, tecnología, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias. A través de la cultura se expresa el hombre, toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones, busca nuevos significados y crea obras que le trascienden.

Vinculando los conceptos de colonización y cultura en América Latina se puede creer que es posible el desarrollo gradual de una filosofía intercultural, que se caracterice primordialmente, a mi juicio, por carecer de dominación y colonización cultural, además de renunciar a una postura hermenéutica-reduccionista.

Como conclusión puedo afirmar que la columna vertebral de la filosofía intercultural es el antieurocentrismo, no existe un centro cultural desde donde se importen pensamientos que, según la idiosincrasia latinoamericana son de vanguardia, necesitamos desideologizarnos, abrir los ojos y confiar en nosotros como latinoamericanos y empezar, sobre todo ser perseverantes en la búsqueda de una filosofía intercultural que permita la universalidad y desligarla de la unidad que ha permitido a lo largo de la historia de la humanidad caer en la manipulación de determinadas culturas, especialmente las occidentales.

BIBLIOGRAFÍA
Fornet-Betancourt, Raúl. “Filosofía Intercultural”. México, UPM, 1994. P.P. 9-23.
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