Eduardo Blandón

No estoy seguro de que el sector privado esté graníticamente organizado, y que presente una estrategia articulada frente a una izquierda amenazante.  Lo que los une, me parece, es el interés común en algunos temas en los que necesariamente confluyen.  Trataré de mencionar cuáles son esos puntos en los que, cuando llega el momento, se abrazan y acuerpan generosos.

En primer lugar, cuando imaginan ver en peligro su sistema económico.  Esto va desde lo pequeño, cuando se enfurecen por alguna huelga campesina o sindical, alguna prerrogativa ganada proteccionista que ven amenazada (la de los cafetaleros, por ejemplo), hasta llegar a lo que consideran de trascendencia como es el caso de ver en crisis la estructura injusta económica que han construido para la protección de sus ventajas particulares.

Tema parecido, económico, que los enerva y los junta, es el que tiene que ver con los impuestos.  Esto los pone como niños malcriados, imbéciles.  En su imaginario egoísta perciben las cargas impositivas como medidas que los dejará en la calle.  Son unas plañideras que al unísono expresan sus sentimientos en los medios de comunicación social y en cuanto espacio público se les presente.

Otro tema que los reúne, es cuando se trata de poner de rodilla al Estado.  Esto pasa por condicionar el apoyo a los gobiernos a través de la contratación de familiares y amigos en puestos públicos, hasta la negociación de proyectos de ley y la búsqueda de privilegios particulares y empresariales para vivir a expensas del erario nacional.  En esto, como en lo anterior son absolutamente descarados y para ello se hacen valer de todo lo que tengan a su alcance: universidades, prensa, radio, televisión, sobornos… Lo que sea.

Finalmente, sin ánimo de agotar el tema, se hermanan cuando se trata de la defensa de sus compinches.  ¿Un cafetalero en entredicho?  Hay que sacar un comunicado.  ¿Un empresario o banquero pillado en corrupción?  Es necesario proponer la “presunción de inocencia”.  ¿Un empresario capturado por escamotear impuestos?  Hay que defender que su pago es inútil y solo sirve para el fomento de la corrupción.  Cuando ello sucede se vuelven una secta o, más bien, ponen en evidencia esa especie de asociación ilícita que los iguala (en general, digámoslo).

Dudo que tengan un proyecto común que no sea la búsqueda de privilegios.  En ello, sin embargo, son más eficaces que sus adversarios, cuyos temas de encuentro  son más bien de desencuentros.  Lo que les allana el camino a los dinosaurios que no dejan de idear artimañas para continuar medrando del Estado.  No deja de ser penosa nuestra realidad, pero así es… infortunadamente.

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