Marco Tulio Trejo Paiz

Hoy me referiré a los partes de los policías en que se basan las medidas sobre su contenido.

Esos partes no son fedatarios, pero el director de la policía, el ministro de Gobernación y el Presidente de la República no investigan lo que contienen, por lo que pueden cometerse actos de lesa humanidad.

La decisión presidencial es susceptible de provocar injusticias por no efectuarse investigación alguna.

El gobernante debería parar mientes en que careciendo de fe pública tales “partes” policiales, resulta tan criminal lo que “resuelve” el mandamás mediante una señal para que se vayan a otro mundo las personas que aparecen en la lista macabra que le han enviado.

El caso de un joven inerme, víctima de una venganza relacionada con un zipizape de varios policías con desarmados muchachos, demuestra los excesos autoritarios.

En el parte que dio el “polizonte-jefe” de varios agentes, en vez de anotar que todo se redujo a patadas y a bofetadas, informó a la “superioridad policial” que el mencionado joven era un francotirador contra la policía.

Al mandatario que mangoneaba a la sazón lo sorprendieron en el parte del criminal “policía-jefe” de sus compinches, y fue así como sin investigar las cosas puso cruz y calavera para asesinar al infortunado mocito.

Menos mal que desde que el civilismo comenzó a empuñar las riendas del poder a finales de la pasada centuria, ya no hubo muertes extrajudiciales de Estado por la “chontada” que daba la idea de bestias de dos patas chorreando sangre de los hocicos. Empero, algunos hechos han quedado en el misterio, como los cadáveres dejados en la maleza y en las cunetas de los caminos de Dios o del diablo…

Los seres humanos, en su mayoría jóvenes, que masacraban los policías, antes de ser asesinados los torturaban cruelmente a la usanza de la Edad Media.

La danza macabra va de largo en nuestra urbe capitalina y en casi todos los departamentos del país.

¡Pero que viva la impunidad, gracias a la corrupción y a la politiquería!!!, ¿verdad Juan Pueblo?

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