Jorge Santos

Martin Luther King en uno de sus innumerables discursos refirió “tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.” Y es que este poderoso mensaje tiene un significado mayor cuando se piensa en aquellos y aquellas que sufren privación de libertad por pretender subvertir el orden establecido, por buscar mejores condiciones de vida para los pueblos.

A lo largo de la historia en el país han sido muchas y muchos los guatemaltecos que han sufrido la injusta criminalización de un Estado que les oprime, les explota, les expropia y cuando estos pretenden romper con dichas cadenas, se les persigue, se les encarcela y se les mata. Este viernes recién pasado, siete defensores de derechos humanos fueron puestos en libertad, luego de sufrir privación de libertad.

El Tribunal de Mayor Riesgo A declaró la inocencia total y plena de las Autoridades Indígenas Ancestrales y Líderes Comunitarios de Santa Eulalia Rigoberto Juárez y Domingo Baltazar, así como la de Ermitaño López, Arturo Pablo, Francisco Juan Pablo, Sotero Adalberto Villatoro Hernández y Mynor López, líderes comunitarios de Santa Cruz Barillas de los delitos que falsamente les fueran imputados. Asimismo, se declaró la inocencia de Rigoberto Juárez del Gobierno Plurinacional Q’anjob’al, Chuj, Poptí y Mestizo de todos los delitos, menos el de coacción, condena que ya fuera cumplida por el tiempo que ha permanecido en prisión preventiva. En el caso de Bernardo Ermitaño López se declaró su inocencia de todos los cargos, menos el de obstrucción de la justicia, sentencia que fuera suspendida por el Tribunal.

Estos siete defensores de derechos humanos, autoridades comunitarias y ancestrales de sus Pueblos son la digna representación de las mejores aspiraciones de quienes habitamos los territorios de Guatemala y sin lugar a dudas las de muchos otros pueblos más allá de nuestras impuestas fronteras. Rigoberto, Domingo, Tello, Taño, Arturo Pablo, Chico Palas y Mynor hoy se suman a otros y otras que en Huehuetenango, Alta Verapaz, San Marcos, Santa Rosa, Jalapa y otros departamentos, han sufrido la represión liderada por las empresas extractivas y grupos de operadores de justicia, que lamentablemente se han puesto al servicio de estas.

Todos, las y los defensores antes mencionados han sido y seguirán siendo defensores de la vida, los recursos naturales, el agua; son ellos quienes junto a miles de mujeres y hombres luchan por la construcción de posibilidades alejadas del saqueo y la lógica de expropiación y máxima ganancia del capital privado. Que la alegría, la esperanza que nos retorna luego de su libertad, se transforme en mayores y mejores formas de articular nuestras luchas y resistencias; que se transforme en la construcción amplia de una agenda política de transformación del Estado guatemalteco. Este es el momento de destruir las bases sobre las que este Estado racista, excluyente, empobrecedor está asentado y construyamos uno nuevo sobre la inclusión y la justicia social.

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