Juan Antonio Mazariegos G.

La semana recién pasada comentaba en esta misma columna sobre aquello que a mi juicio nos motivó a asistir a la plaza hace más de un año a expresarnos como en pocas ocasiones lo hacemos, unidos a exigir juicio y justicia para procesar a Baldetti y Pérez, en virtud de los hechos de corrupción que se les achacaron por el Caso La Línea y otros similares, concluyendo que impulsados por muchos motivos diferentes, dentro de los cuales se podían encontrar la indignación, el deseo de justicia, el apoyo a quienes trabajaban en procesar a los corruptos, etcétera, no unimos. Tanto los que nos dimos cita en la plaza como aquellos que mantenían una presencia y presión en redes sociales nos mantuvimos allí por la existencia de una agenda común, carente de un liderazgo que impulsara una agenda determinada, más allá que la de apoyar la lucha en contra de la corrupción y por la aplicación de justicia, era una protesta con un fin común y claro.

Pero que nos sacó de la plaza, que hizo que lejos de derivar en la búsqueda de un cambio total en las inmediatas elecciones generales que se dieron con posterioridad a la protesta, nos apegamos al sistema y en una especie de rechazo a la clase política tradicional terminamos eligiendo a quien más se alejaba a ese estereotipo que acumulaba el rechazo de la población, o por que no escuchamos la voces que invitaban a no votar y buscar de esa manera el cambio radical del sistema, que nos separó de la plaza y de los demás?.

Las respuestas a estas y otras interrogantes nuevamente pueden tener un sin número de ángulos y reflejar múltiples opiniones, sin embargo, a mi juicio, la mayoría de la población identificó que el problema erradicado con Pérez y Baldetti tenía continuidad en Manuel Baldizón, quien a golpe de talonario había montado una campaña millonaria y que organizó de manera perfecta a un grupo político que contaba con los especímenes más selectos de la farándula política de Nuestro País y ante el temor de que este y su grupo tomaran el poder, sin importar que ganaran por uno o un millón de votos, la población se aglutinó alrededor de otros políticos menos expuestos o sin exposición alguna en el pasado político teniendo como resultado la elección de quien hoy nos gobierna.

El temor al continuismo provocó la salida por el camino conocido, y esto nos debe de dar luz alrededor de hasta donde desea llegar realmente el guatemalteco. Quienes usualmente protestan o elevan su voz denunciando hechos o al mismo sistema, siempre son los menos, hay una enorme mayoría que rechaza la corrupción y se indigna ante ella, pero no pretenden cambios abismales en nuestro sistema y mucho menos estamos de acuerdo en cuales cambios son necesarios, quizás quienes consideramos que algunos cambios son necesarios deberíamos aprender a comunicar de mejor manera cuales son estos puntualmente, y no simplemente pedir que se lancen los dados nuevamente, la incertidumbre y el temor a lo desconocido nos separan.

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