Fernando Mollinedo C.

La actividad de ejercicio del poder que por cientos de años desarrollaron los gobernantes civiles y militares dejando pasar, coludiéndose, haciéndose socios mayoritarios de los grandes capitales, dejó como resultado una clase política involucrada con la delincuencia organizada que está infiltrada en todo el sistema administrativo del Estado.
Por ello, no es casualidad que la corrupción e impunidad que galopan en todas las instituciones, nos mantengan en esta impresionante inseguridad en todo el territorio nacional; sólo quienes se hacen los babosos y/o pendejos no aceptan la realidad, o bien, al ser funcionarios o empleados de cierto rango con prebendas económicas, dirán que ello no les afecta.
La verdad histórica de Guatemala fue negada por las diferentes administraciones gubernamentales por medio de su Secretaría o Ministerio de Educación, urdiendo mentiras para encubrir la verdad acerca de los negocios más truculentos y sórdidos que podamos imaginarnos y lo hicieron con la construcción de un imaginario que “justificaba” al poder político sus conductas y denigraba a la mayoría de la población aborigen de Guatemala. Hicieron recaer su justicia declarando a los culpables o cómplices de poca monta, sembrando pistas falsas, fabricando testimonios que mantienen a salvo a los verdaderos asesinos.
Por más que se esfuercen, no podrán enlodar vía interpósitas personas, la labor que ejerce la instancia internacional CICIG y en lo nacional el Ministerio Público con ayuda de otras organizaciones dejan al descubierto las incoherencias, falsedades, deficiencias, entreguismo de la soberanía nacional y servilismo gubernamental de los gobernantes guatemaltecos para con los grupos de poder económico transnacionales a cambio de “unos dólares más”.
La ruptura del estado de derecho en varias ocasiones, bajo mandos militares o civiles no fortaleció de manera alguna el desarrollo social y político del país, pues tales espectáculos fueron diseñados para hacer creer que la “verdad histórica” que ellos, los traidores y parias propagaron, haya tenido un porcentaje de certeza. Los gobiernos se caracterizaron por la indolencia, descuido social, omisiones y falta de valor civil para enfrentar el problema agrario, cayendo en la opacidad que criminalizó a sus víctimas, distorsionando de forma sistemática los resultados científicos con campañas sucias.
Los guatemaltecos debemos ejercer ahora, hoy, una presión social que reivindique la lucha incansable de la población para vivir con el mínimo de dignidad social y humana; de lo contrario, el mismísimo grupo de los saqueadores, esclavistas, militares y religiosos, por medio de sus herederos se saldrán con la suya, manteniendo el imaginario de los conquistadores imponiendo “su” verdad histórica.
La Historia de Guatemala, la que escribieron los conquistadores, la que nos enseñaron en la escuela, esa, que está diseñada para hacernos creer que los europeos fueron y serán superiores para refrendar su “destino manifiesto” ya no se considera el “non plus ultra” pues poco a poco se desvela los horribles y tremendos pasajes de imposición para hacer la realidad que hoy vivimos.

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