Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Desde hace aproximadamente 150 años, la sociedad a nivel mundial comprendió que en la vida de los seres humanos existía una etapa denominada “de la tercera edad”, en la cual las personas requerían de tener un ingreso sin encontrarse ya en la capacidad de producirlo. Por esa razón, se establecieron sistemas previsionales de retiro.

En muchos países esos sistemas se iniciaron en lo que se denomina un sistema de reparto; es decir, los trabajadores antiguos y sus patronos contribuyen durante un número de años para que cuando lleguen a la tercera edad el sistema les prevea de una pensión, tanto a ellos como a sus esposas o dependientes menores de edad o minusválidos.

A medida que fueron transcurriendo los años y madurando los sistemas, se comprobó actuarialmente que estos sistemas de reparto eran ineficientes, por cuanto por un lado la inflación y por el otro lado el aumento de expectativa de vida creaban el efecto que lo que se recaudaba y/o se contribuía eran insuficientes, por ello adicionalmente a las contribuciones de los trabajadores activos y de los patronos, se estableció un tercer aporte proveniente del Estado.

El sistema de reparto continuó deteriorándose a lo que se le agregó que por presiones políticas, sin hacer los análisis económicos y actuariales adecuados, las pensiones arbitraria y políticamente se aumentaban, lo que conllevó a que la carga tributaria que tienen que pagar los ciudadanos sea cada vez mayor para satisfacer las pensiones a entregar.

Dar es mucho más fácil que producir, a ello se le agrega que en varios países se crearon sistemas previsionales especiales con mucho mayores pensiones y menor número de años mínimos de contribución.

En Guatemala existen sistemas previsionales especiales en el Banco de Guatemala, en la Universidad de San Carlos y en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social para sus trabajadores, los cuales establecen mucho mayores pensiones que las que están previstas para los trabajadores del sector público o para los trabajadores del sector privado. Por ejemplo, en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, el presidente de la junta directiva y/o gerentes con solo diez años de contribuciones se retiran hasta con Q40,000.00 de pensión al mes por el resto de su vida, todo lo cual ha colocado al sistema previsional especial para trabajadores del IGSS en prácticamente una quiebra.

En el sector público está mal diseñado el sistema de pensiones que con diez años de trabajo y de contribuciones, una persona se puede retirar para el resto de su vida; recibiendo mensualmente una pensión superior a lo que contribuyó, la mayoría de las veces. Por consiguiente, se coloca al gobierno en una situación de déficit con respecto a lo que tiene que entregar en pensiones; es un barril sin fondo, donde los perjudicados son las personas que pagan impuestos. Aunque las pensiones son precarias, la cantidad de personas que se encuentra en calidad de retiro es alta y el Gobierno, mes a mes, tiene que tomar de los impuestos millones de quetzales para pagar las pensiones de los que fueron trabajadores del Estado.
¡Guatemala es primero!

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